28 mayo 2006

Los murales para Caracas

Cuando en una ciudad los espacios urbanos (plazas, aceras, bulevares…) pierden calidad, atractivo y seguridad, gran parte de la actividad de expansión social se traslada a los sucedáneos de estos espacios urbanos, que terminan siendo esos mall de entrada vigilada y temperatura controlada. No está mal, aunque a veces uno se cansa de observar maniquíes en vez de árboles o esculturas, de oír música ambiental en lugar de pájaros, y de estar obligado a tomar o comer algo para poder sentarse.

A veces el espacio urbano público en las ciudades latinoamericanas parece tener pocos dolientes, por eso me extrañó encontrar dos artículos sobre el tema en la prensa caraqueña de hoy. Parte del depauperado y moribundo espacio urbano de Caracas será remozado con murales en los que, al menos de palabra, la alcaldía metropolitana promete “libertad creativa plena para los autores”; aunque luego (¿Por qué no me extraña?) surge cual Alien el resentimiento en el discurso: “Estamos obligados a asumir un paradigma […] sobre las formas de ocupación del espacio urbano que tienen que ver con ciudades construidas sobre una base de exclusión y de acumulación de la renta”. Para el lector desprevenido, este falso silogismo conduce a pensar que el desastroso estado del espacio urbano caraqueño se debe al capitalismo salvaje, la oligarquía o cualquiera de los chivos expiatorios del régimen.

Pues no. Justamente, el urbanismo contemporáneo se origina como respuesta a la revolución industrial (eso SI fue una revolución) y sería inconcebible imaginar una ciudad organizada sin criterios de segmentación (que el lenguaje resentido transforma en “exclusión”) y sin valorar la tierra. Sería un ente homogéneo, aburrido, casi bidimensional, como lo fueron casi todos los ensanches urbanos y ciudades dormitorio de la Europa comunista.

Aplaudo la idea de los murales, aunque no me da muy buena espina el título de uno de los primeros murales propuestos “Los decires y los haceres de la revolución”, de Luis Chacón. Ojalá este título nazca de la autenticidad del sistema de creencias de Chacón y no de un abierto o solapado estímulo oficial a que la iniciativa cante las loas del régimen.

Por otra parte, no estaría mal recuperar las obras de arte urbano cuya destrucción ha sido ignorada e incluso auspiciada por el régimen, como la esfera “Homenaje as Caracas” de Soto, el “Abra Solar” y la “Torre Solar” de Otero y muchos otros, siendo el ejemplo más patético la escultura “Cristóbal Colón del Golfo Triste” de Rafael de Lacova, destruida por una poblada ignorante luego de una infeliz alocución presidencial condenando el descubrimiento de América más de 500 años después (que vaina, la culpa siempre es del gobierno anterior, pero… ¿500 años?)

Y claro, la respuesta de los murales deja intacto el problema fundamental de esta ciudad: La metástasis del comercio informal que devora y destruye los espacios urbanos y a cambio devuelve toneladas de basura, olores pestilentes, lamentables cuadros de escoria humana, incomodidad para el peatón y pantagruélica inseguridad.
Es como maquillar a un leproso para que no se vean sus cicatrices. Cosa si se quiere válida, siempre que se administre en paralelo un tratamiento curativo. Pero de eso, en el tema del espacio urbano caraqueño, nada de nada.

Hay tanto que aprender de Dubai…

22 mayo 2006

A comer quesillo!

Cuando a algún venezolano se le pide que mencione un plato típico de Venezuela (como a la Miss que contestó "el plato de peltre"), pocos recuerdan el quesillo. Y resulta que el quesillo es recontrasupervenezolanísimo! Incluso, para mi, más que la arepa y la hallaca, cuyas paternidades son reclamadas también por Colombia.
Quién no conoce el quesillo y lo ve por primera vez, tiende a confundirlo con su primo (o quizás antecesor) el flan. Pero al probarlo sin prejuicios, sin pensar en dietas, calorías o nouvelle cuisine, dejando que su violentamente delicada dulzura en sinergia con la textura mórbida ocasionen un orgasmo papilar, la confusión llega a su fin.
Aunque el quesillo no es tan multisápido (Rómulo Betancourt dixit) como la hallaca, cada cual tiene su receta, sin mencionar la multiplicidad de opciones posibles: quesillo de piña, de chocolate, de naranja, de parchita, de coco... hasta el aparentemente bastardo quesillo de caja tiene su encanto, sin dejar por fuera la "torta de quesillo", inventada en Yaracuy en 1978 hasta que se demuestre lo contrario (si alguien tiene una referencia anterior, por favor hágamela saber).
Aprovechando que está mi vieja de visita en casa, pensaba pedirle que me preparase un quesillito (que le queda tan rico como todo lo demás que cocina), pero ella se me adelantó y como buena madre tradicional, lo preparó antes de que yo se lo dijese. Su receta es de lo más simple y completamente carente de barroquismo culinario, pero el resultado es excelente. No se como se haría el quesillo antes de la invención de la leche condensada, pero en todo caso esta versión (como el 99% de las versiones actuales) la lleva. Ensáyenla y después me dicen. Me ofrezco como catador de cualquier intento que hagan al respecto! (el de la foto está recién degustado y riquísimo, como siempre)
Hay que hacer el caramelo con 1 taza de azucar y ½ de agua en el mismo recipiente donde se va a cocinar el quesillo. Una lata de galletas con tapa que cierre bien es perfecta. Cuando el caramelo tenga ese color dorado rojo vivo, se quita el pote del fuego y se le da vueltas al para que el caramelo lo revista. Aparte en la licuadora se baten 6 huevos completos, 1 pote grande de leche condensada (como 200 ml), después el mismo pote se llena de agua y se le agrega, ademas de 2 cucharadas colmadas de leche en polvo, un chorrito de vainilla y un chorro generoso de ron bien fuerte (en Venezuela, el mejor para eso es “El Muco”). Se licua todo, se echa en el pote acaramelado, se tapa y se cocina a baño maría 2 horas o en la olla a presión 20 minutos. El nivel del agua tiene que ser un poquito mas de la mitad en la olla a presión. En baño maria, se coloca papel periodico o papel absorbente en el fondo de la olla y ahí se pone el pote para que no se mueva al hervir el agua.
Hay que dejarlo enfríar un poco antes de voltearlo en un plato y meterlo en la nevera, para que con el frío se afirme y su suavidad al derretirse en la boca sea sorpresiva. Y a comer sin remordimientos!

13 mayo 2006

El inolvidable gallo de José Antonio García en la OTI

Corría el año 1986 y yo me encontraba en uno de esos momentos de ocio que hoy echo de menos, viendo "Complicidades" animado por Mayte Delgado, Eva Gutiérrez y Carmen María Montiel. Mayte -usando el infaltable estilo del programa, que consistía en decir varios sinonimos del mismo concepto como para alargar el tiempo- entrevistaba a un para mi desconocido cantante, llamado José Antonio García, que acababa de lanzar su producción dicográfica "Volverás a Mi". la conversación -que no recuerdo excatamente- iba mas o menos por estos vericuetos:
- Mayte Delgado (MD): José Antonio, acabas de lanzar a la palestra pública (como si la hubiera privada) tu disco de baladas. Siendo como eres un cantante lírico (me entero), ¿que te motivó a acercarte a la música popular?
-José Antonio García (JAG): Bueno Mayte... (voz engolada y autosuficiente) , la gente poco ilustrada no escucha la verdadera música, es decir, el bel canto, entonces se me ocurrió lanzar este disco para contribuir a culturizar un poco las masas ignorantes del pais, de manera que escuchando mi armónica y cultivada voz, ellos queden seducidos, como es natural, por la misma, y comiencen a escucharme en mis producciones y conciertos y así logren conocer a los grandes clásicos del mundo operático y del canto lírico, entiendes?
-MD: Si, este... si, claro que entiendo, comprendo lo que dices, es una labor loable y de relevante importancia (pleonasmo tras pleonasmo), pero dime algo, José Antonio, ¿existe mucha diferencia entre cantar música académica y cantar baladas? es decir...
-JAG (Interrumpiendo): Por favor Mayte! ¿cantar? cantar esto: Oooo sooooleeee míiioooo (con voz operática) en el disco lo que hago es hablar sobre una pista sonora, solo que mi voz privilegiada y educada en los mejores conservatorios hace que para el oído pedestre suene como si estuviera cantando, pero en realidad eso no es cantar, la voz me sale así, natural, ¿ves?

La verdad, el tipo me resultó inmamable, y me dieron muchas ganas de que tuviera que tragarse sus palabras. La paupérrima venta de su disco, incongruente con la gargantuesca campaña mediática de promoción emprendida por venevisión ya me daba un gustico... pero el tipo fué seleccionado para representar a Venezuela en el festival de la OTI, y comenzaron de nuevo las entrevistas, figuraciones, y sobre todo loas (ajenas y propias) a la voz del susodicho. Me senté a ver el festival dela OTI y con todas mis ganas deseé que al insoportable de marras se le saliera un gallo.

Y ocurrió. Mis plegarias fueron escuchadas. La grisácea canción que interpretó terminaba con la palabra "América" dicha en falsete, como la estrofa final de "Granada". Al tipo se le quebró la voz, y ese "América" no sonó nada lírico, mas bien parecía una burla a la canción operática hecha por Joselo o por Popi. Y allí murió la carrera de José Antonio García, quien después de eso quedó para cantar en "Sábado Sensacional" "madrecita del alma querida" el día de la madre y para hacerle coros a otros cantantes quizás con voz menos "educada en los conservatorios" pero con al menos un ápice de humildad. Es que ni en internet aparece. Y quien lo recuerda (salvo, quizás, gente como Isabel Palacios), lo recuerda por el gallo en la OTI, no por su carrera lírica ni por sus interpretaciones virtuosas (en sus propias palabras, claro)

Bien hecho. me avergonzaba un poco de mi mismo al regodearme en la mala suerte ajena, pero a la vez el ver él batazo que la vida le dió al engreído, me entraba un fresquito. Y todavía me regodeo en el asunto!

04 mayo 2006

Maracaibo, bella y aleccionadora

Estuve en Maracaibo hace pocos días y no puedo expresar otra cosa que elogios para esa ciudad y su gente, mientras siento una mezcla de alegría y frustración. Pero creo que lo más importante es el conjunto de moralejas que extraigo de esa visita, y que trataré de plasmar aquí sin sonar demasiado "profesoral".

El marabino, al igual que el bonaerense, tiene cierta fama sesgada fuera de su terruño. Se le enrostra el ser bullanguero, manirroto y excesivamente regionalista. La razón que yo tengo para esto es la misma que en mi criterio asiste al porteño al que se califica de engreído: Tienen con que. El zuliano posee un fuerte sentido de identidad cultural e idiosincrásica que le es inmanente, sin necesidad de que le sea impuesto obligándole a escuchar el himno 3 veces al día, mencionándole ad nauseam figuras caducas de un pasado belicista o cultivando el más cursi y kitsch patrioterismo ramplón. Esa identidad nace en el hogar y es fortalecida por la familia y el entorno, de modo horizontal mas que vertical.

En Maracaibo redescubrí el disfrute del espacio público, el gesto amable del contexto urbano hacia el peatón. Como habitante de Caracas, lamentablemente ese es un placer vedado por los buhoneros guapos y apoyados que invadieron aceras, bulevares y plazas, la contaminación visual ocasionada por la basura y las pintas grotescas poco creativas y plagadas de mal castellano, los tarifados unicolor que gritan improperios, los mendigos, lateros, huelepega, indigentes y choros. Estuve por el centro y por zonas de diverso estamento socioeconómico en Maracaibo, y en todas ellas sentí el protagonismo del peatón, mas amenazado por un sol que parece venir de todos lados que por cualquier otra cosa. También percibí la limpieza de las calles, el ritmo dinámico pero no histérico al que respira la ciudad, el respeto por monumentos, estatuas y mobiliario urbano. Los mismos habitantes me comentan con agrado que el mantener a los vendedores ambulantes en zonas específicas, los incesantes operativos de limpieza provistos por la gestión gubernamental estadal y el emprendimiento de obras urbanísticas de envergadura estimula al colectivo a mantener limpia su acera, no arrojar desperdicios, cuidar lo que es de todos. El discurso divisionista que todos sabemos de donde sale ha calado poco, suena lejano. Y las gestiones estadal y local están mas pendientes de beneficiar y destacarse que de protagonizar altercados fueras de sus fronteras o buscar centimetraje en publicaciones y minutos en TV.

¿Costaría mucho que todas las ciudades Venezolanas se asemejaran en esto a Maracaibo? Por supuesto que no; pero hay que repensar el modo en que convivimos, en que tratamos a nuestras ciudades, en que exigimos nuestros derechos. Y claro, extirpar el tumor.

Olvidaba mencionar, además, lo rico y abundante que se come en Maracaibo, y la escasa percepción de esa presión sociocultural dirigida a transformar el mundo en una vitrina de top models ¿será por eso que todos mis amigos(as) marabinos (as) son robustos(as)?