29 octubre 2006

Belleza Distorsionada

"Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de si misma"
Agrado.-

Cuanta realidad hay en esas palabras del monólogo de la Agrado en "Todo Sobre mi Madre", quizás mi escena cinematográfica preferida de todos los tiempos. Pero ¿que pasa cuando lo que cada quien sueña de si mismo implica transformarse radicalmente? El modelo de belleza convencional actual (sobre todo el femenino) progresivamente deja de asociarse con lo humano para cada vez parecerse más a la muñeca barbie, que de ser una mujer real tendría una cintura de 47 cms. un busto de 98 cms. y sus piernas un 20% mas largas que la dimensión promedio. ¿causará extrañeza entonces que existan niñas de 8 o 10 años que en lugar de jugar a la semana o a las muñecas estén en tratamiento para combatir la anorexia?.

Hace poco hallé este video, muy impresionante:



Pareciera vislumbrarse un retorno al canon de belleza terrenal, posible, integral. Y la firma Dove se lo ha olido, e inteligentemente lanza su campaña "por la belleza real". Particularmente aplaudo esa iniciativa, ya estoy más que harto del encasillamiento de los patrones estéticos, que llegan a lo risible en muchas ocasiones. Ya les pongo un ejemplo que tengo a mano.

Resulta que hoy compré un periódico que jamás leo (no me gustan los titulares que usan la jerga malandra, tipo "mafafa caleta en un bus, caso burda de enrollado"), para buscar una información específica allí. Con no tanta sorpresa veo que más de la mitad de la revista dominical (dedicada a la mujer) del pasquín de marras está dedicada al "fashion", como si el cerebro femenino nada más funcionase bajo el estímulo del olor de la laca o de esmalte de uñas, y el éxito se midiese por la cantidad de liposucciones y los ml de botox (bueno, conozco gente así). De allí extraigo los siguientes comentarios, que pisan la fontera entre ingenuidad y estupidez:

-"La Higiene corporal es tan importante que suelo ir una vez al mes a un centro de belleza a depilarme. La depilación da una sensación de frescura y limpieza". (este comentario lo hace un hombre que tal vez nunca vió el comercial de jabón banner, cuyo slogan era exactamente igual a los beneficios que el atribuye a la depilación)

- "Para estar en la línea recomiendo no seguir una dieta estricta sino saber combinar los alimentos" (Miss Venezuela 2003, descubriendo el agua tibia)

- "En reuniones sociales no combinar bebidas alcohólicas. Tomar solamente whisky" (Mister Turismo 2006, que por sus gustos debe ser un nuevo rico de la boliburguesía)

-"Para reafirmar la piel recomiendo comer con frecuencia salmón" (Una ex candidata a Miss Venezuela, versión femenina de lo anterior)

-"Los gordos si tenemos complejos" (un periodista de farándula a quien provoca decirle "serás tu, mijito" o "pregúntale a Jack Radcliffe a ver si los tiene")

Pero al pasar la página, luego de nutrirnos con esas intelectuales aseveraciones ¿que vemos?
Las nada dietéticas recetas de quesillo de piña, mermelada de mora y chuletas de cerdo al curry.
Un poco incongruente la cosa ¿no? Espero nunca perder la visión de la frontera entre salud y obsesión. Bueno, con mis 115 kilos, mi amor sincero por la comida abundante y mi panza cervecera orgullosamente llevada, creo que no corro ese riesgo.

Y de regalo, el genial monólogo de la Agrado, haciendo click aqui

20 octubre 2006

Soy gocho, montañés y rural, a mucha honra.


Cuando era niño, escuchaba mucho una empírica correlación geomorfológico-caracterológica, que pregonaba que los habitantes de tierras montañosas son cerrados, tímidos e introvertidos por la ausencia de amplitud en el horizonte, en contraste con la franqueza, extroversión e impulsividad de los nativos de la tierra llana de ilimitado horizonte. No se que tanto haya de cierto en ello, ni de donde nació ese empeño de retratar al montañés como una especie de semisalvaje hosco. Lo que si puedo aseverar es que así como “la cabra tira p’al monte”, en términos generales los gochos tiramos pa’la montaña. Es una suerte de magnetismo atávico que nos impulsa a reencontrarnos con los escarpados paisajes y las vivencias que poblaron nuestros años mozos, magnetismo al cual no soy ajeno. Por el contrario, sigo su influjo con orgullo y placer.

Disfruto, como no, de los encantos de la playa, de las ventajas de la vida urbana, de la contrastante belleza de los paisajes desérticos, de la exuberante vitalidad de las selvas… pero nada me conmueve ni extasía como las montañas. En la tradición china, la montaña simboliza la elevación espiritual, el encuentro con el cielo. Y eso es exactamente lo que siento cuando me sumerjo en la contemplación de un paraje montañoso. Puedo permanecer por horas siguiendo las evoluciones de los patrones luz-sombra sobre las faldas, las metamorfosis de las nubes, las variaciones en los tonos desde verde hasta gris plomo según la distancia a la que esté la vertiente y la orientación de la luz, el inesperado brillo plateado de las hojas del yagrumo… y también disfrutar de gozos mas terrenales como la sencilla, abundante y sabrosa comida que suele acostumbrarse ingerir en estos parajes, con el aliciente de ese frío natural que abre el apetito.

Quizás, como dijo alguien que conozco, esas cosas sean “puras pendejadas”. Pero creo que cada quien es libre de disfrutar de las “pendejadas” que prefiera, ya sea jugar Playstation, leer a Corín Tellado o aprender lenguas muertas. Yo me escapo a mis montañas cada vez que puedo, y pocas veces me siento más auténtico que en tales ocasiones.

La foto fue tomada por Pablo hace pocos días, en el estado Mérida.

08 octubre 2006

Yma Sumac

Años setentas tempranos. Me recuerdo jugando cerca de la sala de mi casa una canicular tarde sabatina, e interesándome por una conjunto sonidos extraños que emanaba de su majestad el televisor. Primero un vozarrón muy bronco y profundo exclamaba "adonde... adonde... adondeadondeadonde"e inmediatamente la voz mas chillona que hubiese escuchado hasta el momento gritaba "áo... áo... áoáoáo". Lo sorprendente es que ambos sonidos provenían de una misma garganta, la de una mujer ataviada de forma inusual (aunque a principios de los setentas TODAS las mujeres se ataviaban de forma inusual). No supe su nombre hasta mucho despues, pero si recuerdo que mi hermana Carmen me advirtió "Esa es la canción de los pájaros de Hiroshima, es arrechísima". Y si ella decía que era arrechísima, pues lo era, ya que su opinión era ley para mi en esos años. Y pasó el tiempo y recurrentemente recordaba ese episodio sonoro.

Albores del siglo XXI. En una taguara interesantísima por lo sórdida se presenta un show drag. Un efebo cuasi anoréxico aparece ataviado con plumas y capas de tela translúcida vocalizando un mambo en el que se alternan voces muy agudas y graves, mientras baila con frenesí. Mi ignorancia en estos temas del arte y el espectáculo me impulsa a preguntarle a mi vecino de barra cual era la diva representada en el show. Y el me mira con cara de "no puede ser que no sepas" y me respnde "pues Yma Sumac".

Y gracias al show de marras descubrí la prodigiosa voz y todo el halo de leyenda que envuelve a esta peruana que se dice descendiente de la realeza inca. Su rango de 5 octavas en el canto no ha sido superado por ser humano alguno. Su presencia escénica y talento le granjearon una marea de seguidores en los años 50 y 60. Conseguí ccn algunos amigos melómanos algo del material discográfico de la diva en cuestión, interesante y denso, inteligentemente creado para resaltar sus dotes. Y aunque no lo he confirmado, prefiero creer que el catálogo de voces agudísimas y gravísimas que escuché en mi niñez provino de Yma Sumac. Es que dificulto que alguien más pueda cantar así.

Zoila Augusta Emperatriz Chavarri del Castillo (es decir, Yma Sumac) conserva su voz y su salud, como consta en el site www.yma-sumac.com

Y de regalo, un videíto de Yma Sumac, de un tema que me gusta por el modo como va subiendo el tono de voz desde bajo profundo hasta soprano coloratura (bueno, creo que se dice así)