28 marzo 2009

Estudiar despues de viejo

"Loro viejo no aprende a hablar" dice un adagio popular, tan extendido como errado, ya que sobran los ejemplos de personas que se ilustraron o que produjeron interesantes aportes intelectuales o de razonamiento después de lo que benignamente se ha dado en llamar "edad madura". Gaudi, Sócrates, Fermat, Marcuse y otros pensadores destacados contradicen ese falso paradigma, al producir lo mejor de si despues de los 40, dando ese salto cuantico que lleva a alguien destacado a la categoria de genio despues de esa barrera en la que, según algunos ilusos "comienza la vida".

Todo esto viene a colación quizás para darme valor a mi mismo, ante el hecho de que, despues de 5 años sin estudiar nada nuevo (despues de haber abandonado una maestria debido al sindrome TMT y la falta de fondos), estoy ahora cursando un programa eductivo en "Finanzas para no financieros". Finanzas.... el tema del conocimiento al que le tengo mas pavor y en el que me siento mas ignorante, quizas solo superado por la física cuántica; con la diferencia de que la física cuántica no forma parte de nuestra vida diaria (y si lo hace, no nos damos cuenta) y no se torna en requisito para medir el desempeño de un cargo gerencial cualquiera, y el manejo de las finanzas si.

Recuerdo que en mi juventud de estudiante destacado yo me preguntaba como se sentirían aquellos a quienes yo veia abrir los ojos con perplejidad ante una explicación de química orgánica o geometría descriptiva; síntoma evidente de que no estaba entendiendo absolutamente nada. Pues ahora lo he sentido en carne propia. Cuando el facilitador (paradójico nombre) del curso empezó a hablar de EBITDA, UODI y otras siglas que parecen sacadas del sánscrito, estaba tan despistado como cuando traté de entender la lógica relacional de las mujeres latinoamericanas. Eso me obligó a puñalearme fuertemente y a leer concienzudamente sobre una materia en la que jamás me había interesado y en la que ahora, como suele ocurrir con esos temas que descartamos por no pertenecer a nuestro ámbito inmediato de actuación laboral o cognoscitiva, adquieren interés y relevancia una vez que nos enfocamos seriamente en comprenderlos.

Hoy, por ejemplo, mis 5 horas de espera en el consultorio odontológico fueron mucho mas llevaderas con la compañía de mi material de estudio, y aproveché el tiempo para entender la diferencia entre el estado económico, contable y financiero de una empresa, y las variables e indicadores de cada uno de ellos.

Y tengo la esperanza de poder aprovechar los aprendizajes del curso en mis finanzas personales, para ver si alguna vez tengo motivos para dejar de quejarme en ese rubro.

15 marzo 2009

1 Hora de sueño / Un sabado surrealista (parte 2)

Continuo el relato de mis experiencias, una vez que abandone esa suerte de camara de torturas en que se habia convertido el consultorio de mi odontologa (y no por el taladro precisamente); aquel sábado en que tuve la infeliz idea de levantarme una hora tarde.

Pues ocurre que había que hacer mercado, esa actividad que tiene tantos adictos y que en los comerciales de TV se pinta como un nirvana urbano de sonrisas hiperbólicas, alborozo infantil, esbeltas damiselas y aplomados caballeros. Como es usual, la realidad no se parece en nada a lo que sale en los comerciales de TV.

Luego de competir rabiosamente por el último espacio disponible en el estacionamiento del supermercado en cuestión, que se situaba aproximadamente a 350 mts. y siete niveles mas abajo de la entrada del mismo, entré en el templo del consumismo con la misma actitud del esclavo azteca que subía al cadalso para ser sacrificado a Quetzalcoatl; sabiendo que el acto era necesario pero preguntandome una y otra vez ¿"por que yo?". Una furiosa señora con complejo de Schumacher me saco de mis reflexiones, al atropellarme con su carrito y seguir inmutable, cual marabunta, arrojando frenéticamente todo lo que se le atravesaba en los anaqueles dentro de las fauces del carrito. Así que opté por pasar al compartimiento de licores, que siempre me pareció un oasis relajante dentro de la orgía de movimientos, atascos, gritos, niños corriendo y acomodadores perezosos.

Pero ¡Horror! habia promotoras, es decir, muchachas muy jovenes y muy flacas con faldas muy cortas y tetas operadas que lucian sus falsas sonrisas manchadas de lapiz labial para coaccionar al cliente masculino a comprar la bebida de muy mala relación precio-valor que ellas promocionaban, so pena de hacerlo sentir como un imbecil, un impotente o un anciano. Así que tomé mis botellas apresuradamente y salí de ahí sin disfrutar del hermoso reflejo de las luminarias en el curvo vidrio de los envases, quizás uno de los pocos eventos fascinantes que ocurre en un supermercado.

Pase entonces a uno de los departamentos mas temidos por mi: Los vegetales. Es muy estresante tratar de pasar por todos los carritos estacionados mientras los compradores examinan uno a uno los melones, las naranjas, los ñames y los tomates, en la búsqueda del ejemplar perfecto, que tenga menos magulladuras, textura canónica y paradigmático color. A veces provoca preguntarles cual quedó en segundo lugar, para uno llevárselo y evitarse el proceso. En este departamento, como ocurre siempre, no pude evitar rozar ligeramente a una matrona que casi estaba metida de cabeza entre los brocolis, y que, ofendida por el toque; se volteo y murmuró una sarta de insultos no se si en portugues, siciliano o catalán.

Tocaba el turno de los fiambres y carnes, donde no se porque está establecida la costumbre de chismear en alta voz. Así, mientras me despachaban el pedido, me enteré sin querer de que la hija de fulana salió preñada, al ministro zutano lo volvió a coñacear el mancebo que mantiene en su reducto de la urbanización X, que el dolar paralelo estaba a 6,50 Bs.F. y que el concierto de Robert Hodgson había estado "chísimo". Claro, despues de aproximadamente 90 minutos de espera, uno termina prestando atención a lo que dicen quienes, por lo visto, no tienen nada que hacer en casa y disfrutan de la tortura de estar allí perdiendo el tiempo esperando un filete y unos gramos de jamon.

En las góndolas, el tiempo parece detenerse mientras por un lado una avezada adolescente elige entre 438 tipologías de champú aquel que dejará su cabello más suave, terso, liso y brillante, y por otro un desorientado señorón trata de entender la letra confusa de su mujer y ruega no equivocarse en la adivinación de las marcas que ella prefiere (no se que le hubiera costado a la buena señora especificar la marca pero bueno... así funciona la cosa). En esa detención del tiempo no hay nada Nerudiano. Es que simple y prosaicamente entre los dos atascaron el pasillo y crearon una tranca descomunal, envidia de la autopista Francisco Fajardo un viernes último a las 5 de la tarde.

Los intentos de algunos "vivillos" de colearse en la fila del pago merecerían un post aparte. Y el paradigma del triple nudo gordiano en las bolsas de la compra, de modo que no puedan desatarse y haya que recurrir a la tijera para poder sacar el contenido, ameritaría un estudio antropológico.

Lo que si ers muy simple es el cansancio, hastío y agotamiento mental que me produce cada visita al supermercado, y que suelo paliar atragantándome con algún artículo de la cesta básica, como la nutella, las galletas oreo dark o los chicharrones picantes... que adquiero en el mismo supermercado. Enfermedad y remedio a la vez. Ni modo, la otra opción sería volver a la era pre-revolución agrícola y cultivar la tierra para obtener mis propios alimentos... y de esa manera, ni soñar con la nutella, las oreo o los chicharrones!

08 marzo 2009

1 Hora de sueño / Un sabado surrealista (parte 1)

En la dicotomía "Al que madruga Dios lo ayuda" (que justifica el despertar tempranero) versus "No por mucho madrugar amanece mas temprano" (que justifica a los de biorritmo tardio) uno tiende a imaginarse que el levantarse temprano es para personas mas bien rurales, pobretonas, anónimas y de personalidad chata, que trabajan todo el día y cuya vida transcurre en medio de rutinas grisáceas; mientras que el iniciar el dia tardíamente se reserva a aquellos quienes el glamour les brota por los poros, que no estan esclavizados por un horario y cuyas vidas son interesantes, por lo opulentas o descarriadas. Al menos eso es lo que una imagina al ver esas novelas o peliculas en las que la protagonista se levanta, digamos a las 12 del mediodia, y su ejercito de mucamas la espera expectante mientras baja las escaleras helicoidales con una brillante bata de saten y se dirije a que le sirvan su desayuno de media toronja en una copa (que nunca come pues antes del primer mordisco se suscita algun desaguisado); o al contemplar esos filmes o leer esos relatos en los que un despertar tardio conduce a una serie de eventos interesantisimos, rocambolescos o hermosos.
En eso pensaba yo aquel sabado en el que decidi probar ese tan alabado placer de quedarse una hora mas arrellanado entre las sábanas. Así que aquel día mi jornada inicio a las 7 a.m. en lugar de las 6 a.m. y yo, ingenuo, imaginaba que mi dia estaria lleno de imágenes bucólicas, de robustos perros juguetones, de fresco viento sobre mi cara, de café y de tertulias. Nada más alejado de la realidad, como relataré a continuación. Esa hora de mas en cama me salió carísima, lo cual prueba que jamás llevaré una vida protagónica, de esas en las que pararse tarde da cancha, concha y caché. (De todos modos, no me gusta desayunar con toronja sino con huevos fritos con chorizo, y ni hablar de las batas de satén, si yo duermo en pelota).
Llegar al consultorio de la odontóloga a las 9 en lugar de a las 8 ocasiono que tuviese 6 personas por delante. Con paciencia me hice a la idea y empece a explorar las revistas del consultorio en búsqueda de algo interesante. Las alternativas variaban desde un magazine inspirado en Victoria Beckham (de hecho, asi se llamaba) repleto de consejos pare eliminar la celulitis y las patas de gallo y publicidad sobre clinicas esteticas y boutiques de moda en Buenos Aires, hasta una revista llamada curiosamente "Philadelphia" dedicada a la mujer evangélica, con artículos tan poco útiles para mi como un análisis sobre el largo de la falda que la ejecutiva cristiana (los evangélicos se creen dueños del cristianismo) debe utilizar para seguir dando la impresión de mujer exitosa sin reñir con los cánones morales de la religión en cuestión.
A todas estas, mientras esperaba y trataba de encontrar algo interesante para leer, noté que el TV del consultorio estaba sintonizado en un anodino canal, no recuerdo si el del clima o el de la bolsa de valores; y una niña pequeña corria por todo el consultorio, salpicando a todo y a todos con su botella de refresco de naranja en el cual la criatura se complacia en sorber y luego regurgitar, de manera que el contenido era una suerte de babaza amarillenta. Hasta aqui, el dia prometia ser simplemente aburrido. Pero dos cosas que ocurrieron casi simultaneamente y tornaron el fastidio simple en kafkianismo puro: La niña de marras paso a consulta y la asistenta del consultorio sintonizo un canal dedicado a transmitir videos de reguetón.
Justo en el momento en que encontré un artículo semi interesante que me absorbió, escuché un sonido que bajo ningún concepto podía tener origen terrestre. Una suerte de ulular acompañado de un zumbido que me hizo creer que había comenzado la invasión alienígena, siendo el zumbido el sonido de las aeronaves, y el ulular el lenguaje de la raza extraterrestre que venía, por lo agresivo del sonido, en son de guerra. Mi ilusión de aventura duró poco. Caí en cuenta que el zumbido era el taladro de la odontóloga, y el ulular salía de la garganta de la aterrorizada criatura que pocos minutos antes habia esparcido su mix de baba y gaseosa de naranja por la sala de espera. La madre, entre tanto, pensando que el auditorio estaba ansioso por oir los chillidos de su retoño, se encargo de dejar la puerta de la sala de torturas, es decir, del consultorio abierta y de poner en relieve sus excelentes dotes de traductora e intérprete del lenguaje de alaridos infantiles. Sucesiones de gritos que a mis oidos sonaban exactamente iguales, eran interpretadas de modo muy diverso por la madre. Ejemplificare 3 casos:
aaaaAAAAAIIIIIAAAAAaaaaLELELELELElele...le...le....uuuuuUUUUUUUUUAAAAA!!!!!
Si hijita, yo se que te duele, paciencia
aaaaAAAAAIIIIIAAAAAaaaaLELELELELElele...le...le....uuuuuUUUUUUUUUAAAAA!!!!!
No bebé, todavía no nos vamos, falta un poquito si?
aaaaAAAAAIIIIIAAAAAaaaaLELELELELElele...le...le....uuuuuUUUUUUUUUAAAAA!!!!!
Realmente, yo tampoco considero acertada la exégesis positivista de la coyuntura macroeconómica global, hija.
Todo esto iba adobado por las repetitivas notas del regueton, y frases tan constructivas como "Esta noche vo' a tocarte to'a" o "Guerla, vamo' a perreal tunai".
Muy pocas veces como ese dia desee hallarme en otro tiempo y en otro lugar, huir de las martirizantes sillas, los horripilantes sonidos, las caras petreas de mis acompañantes que hacian parecer expresivas las facciones de los Moai de la Isla de Pascua... quise ser Di Caprio en "El Talentoso Sr. Ripley", Rip Van Winkle en la historia homónima, o Da'an en "Tierra: Conflicto Final"... o al menos ser yo mismo en una tarde ventosa y paramera, con el solo sonido del susurro de las hojas y el arrullo de algunas aves.
Luego de una hora que parecio interminable, el chirriar de la criatura (que por lo visto, a sus 4 años ya tenia una buena cantidad de piezas dentales carcomidas por el neguijón) comenzó a ceder, dejando el protagonismo del surrealismo a los reguetoneros, alternando con esos castrati tropicales que cantan temas edipicos, tan exitosos hoy en dia entre los estratos "populares". A partir de allí, el trauma psicológico que sufrí me obligó a concentrar toda mi fuerza moral en la tarea de llegar incólume a mi turno, para afrontar con entereza el reto del taladro y la sensación de aguja de hielo que atraviesa los dientes. Vine saliendo del consultorio a las 3 p.m. moral y físicamente derruido, soñando con una tarde de holganza y placer. Pero no. La cruel realidad una vez mas imponía su ley. Había que hacer mercado!
Me deja noqueado el sólo recordar ese crucial momento en el que me enteré que el patrón de actividades diseñado para ese dia y la escasez de pitanza en el refrigerador obligaban a emprender esa espeluznante tarea, de modo que.... continuará. Hablaré de la experiencia en el mercado y mi aversión al mismo en el próximo post.