No me queda más remedio que confesarlo: Yo, el acérrimo criticón de l@s "fashion victim", el que secreta o abiertamente decía "bien hecho" cada vez que alguna modelo se desvanecía en la pasarela por su debilidad anoréxica o saltaban a la palestra escándalos como los diez mil pares de zapatos de Imelda Marcos... estoy ahora pagando las consecuencias de un acto de vanidad cosmética perpetrado (de buena fe, claro) el 8 de febrero de 1988.
Ocurre que desde mi niñez fui
miope, y empecé a usar unos gruesos lentes a los 10 años, cargando con todos los epítetos y burlas que la cruel sinceridad infantil tenía reservados para tales desafortunados. "Cuatro Ojos", "Cuatro Pepas" y otras lindezas fueron frases que me acompañaron durante mi periplo por el mundo de los miopes. Recordemos que en esa época (1978-1988) usar lentes no estaba de moda ni era
cool, las gafas eran el aditameto mas antisexo que cualquier adolescente podía imaginar, y un fastidioso impedimento para las actividades que debía realizar cualquier púber de mi localidad si no deseaba ser visto como un
nerd: asolearse y zambullirse en la piscina, jugar basketball o football y/o emular los pasos de moda en las pistas de baile de las "guerras de minitecas". Ningún héroe de la época usaba lentes, hasta el pudibundo Clark Kent se los quitaba para transformarse en el aguerrido Superman que todos deseábamos ser. Bueno, estaba "la Hormiga Atómica", que adquiría superpoderes cuando se colocaba sus gigantescas gafas cuadradas, pero eso era una caricatura, y ¿quien a sus 13 o 14 iba a confesar tener como heroe a una caricatura?
Cuando leí por casualidad sobre la
queratotomía radial, me dije "eso es" y me propuse salir del mundo de los "cuatro ojos" a través de esa milagrosa y misteriosa operación. No importaba que no supiese bien como funcionaba la cosa, que mi oftalmólogo (hombre probo y de gran prestigio) confesase tampoco saberlo y que ni siquiera su desarrollador, el soviético Fyodorov lo supiese; como tampoco lo sabía el japonés Sato, quien principios del siglo XX descubrió que al hacer unos cortes en la córnea la misma se aplanaba, y de algún modo se acomodaba al diámetro que permitía enfocar correctamente los objetos, sin las molestias que genera la miopía. Y presioné y fastidié a mi oftalmólogo, quien me conminaba a que esperase a ser un poco mayor, a que la técnica se desarrollase mejor, para operarme. Pero la sola esperanza de imaginarme VIENDO en contextos donde habitualmente podía ser considerado como un ciego funcional (la playa, por ejemplo) barrió con cualquier consideración sobre esperas, dilaciones o cautelas.
Para no ponerlo largo: Me hicieron mis incisiones (6 en el ojo derecho y 8 en el izquierdo), cumplí mi postoperatorio y... maravilla de maravillas: Supe lo que era ver sin lentes. Y redescubrí muchos placeres que en la adolescencia disfruté a medias por la limitante de los anteojos. Y desarrollé una hiperkinesis anímica dirigida a recuperar el tiempo perdido, de manera que viajaba constantemente a ciudades costeras y me asoleaba como una teja, me iba de rumba todos los viernes y sábados, adelgacé 20 kilos (como para saber que se sentía siendo delgado), usé los lentes de sol más extravagantes que encontré, entré en la onda punk por un tiempo (corte de pelo mohicano incluido), tuve sexo sin pagarlo por primera vez en mi vida (varias veces), me convertí en una especie de socialité de mi localidad (es una manera elegante de decir que me colaba en todas las fiestas pero no me expulsaban)... es como si mi vida con anteojos fuese la de Clark Kent, y finalmente me tocaba vivir la de Superman. Y si me lo preguntaran, hubiera dicho que la queratotomía radial era el avance más grande en la ciencia desde la invención de la rueda.
El tiempo fue pasando, la hiperkinesis se fue diluyendo, me fui asentando, me hice por fin adulto. Y en 2003 comencé a notar que me costaba un poco leer la letra pequeña, sobre todo al final de la tarde. ¿
Presbicia tan temprano? me dije. Y deliberadamente rehuí la visita al oftalmólogo para no tener que enfrentarme con la posibilidad de tener que usar gafas de nuevo. Me hice unas de optometrista, como para paliar la cosa, "culpa del computador", me consolaba.
Pues no. Finalmente me decidíi visitar al oftalmólogo esta semana, y constaté la triste realidad. La queratotomía radial, al debilitar la córnea, termina propiciando la
hipermetropía cuando aquella con los años comienza a ceder por la presión intraocular. En mi caso, la córnea quedó tan maltratada que ahora no solo soy hipermétrope sino que también tengo
astigmatismo. El daño es equivalente al que hubiese causado una cuchillada o un pico de botella en el ojo. La imagen muestra de forma aproximada la distorsión del campo de visión (en azul), las zonas en blanco son como puntos ciegos, lo que implica que mi visión está disminuida y nunca veré al 100% de nuevo.
Si, esoy pagando un acto de vanidad. Pero ¿porque será que no me arrepiento?

P.D. La semana pasada hubo un estupendo encuentro de bloggeros, en honor a la visita de
Silmariat por estas latitudes. Las reseñas de
Jogreg y
Naky son tan buenas, que no me atreví a escribir una!