
A veces, la vida nos da en la jeta. O mejor dicho, en un lenguaje más universal, una realidad nos sorprende, nos obliga a reflexionar, a reconsiderar nuestros conceptos y paradigmas.
Siempre he sido un crítico acérrimo del régimen gubernamental que actualmente impera en Venezuela. Y digo "impera" con todas las implicaciones semánticas que ello conlleva. La actual Asamblea Nacional me parece una caterva de cacasenos y "sigüises"* preocupados solo por complacer de la mejor manera las visceralidades hormonales del supremo lider. Pero estoy leyendo una noticia que me obliga a retractarme parcialmente, al menos en lo que a este caso atañe.
La noticia de marras no es otra que la discusión en el cuerpo legislativo de
Por supuesto, ya aparecieron las asociaciones de coleadores, galleros y toreros (que tiene el tupé de autollamarse "deportistas") rasgándose las vestiduras por la eliminación de esas "fiestas, patrimonio cultural de la nación". Si, claro. ¿Es la ablación genital femenina un patrimonio cultural de Somalia y Etiopía? Desde luego. Pero sería mejor eliminarla, ¿verdad
Cada día somos más conscientes de la importancia de respetar las formas de vida del planeta, y creo que el no divertirse ni lucrarse a costa del sufrimiento extremo de animales constituye la mínima medida de ese acto de conciencia. No falta quien justifique la matanza cruel escudándose en el régimen alimenticio de quienes luchan contra dicha matanza, no siempre vegetarianos; es este un argumento tan estúpido que no vale la pena discutirlo
Y así como firmé todas las veces que se me pidió para pedir el revocatorio contra el actual locatario de Miraflores, estoy dispuesto a firmar donde y cuando haga falta para apoyar
* Los "Sigüises" era el nombre que recibían los aduladores del Dictador decimonónico Antonio Guzmán Blanco, de afrancesado gusto, y a quien le gustaba oir que se afirmase de forma bilingüe "si-oui" que se pronuncia "sigüi". Desde entonces, se usa en Venezuela como caracterización de un adulador incondicional.
Nota Bene: Tenía el blog abandonado. Por eso, no me había percatado del lamentable fallecimiento del Sr. Padre de mi consecuente lectora y amiga epistolar Sin Anestesia. Espero que su ánimo no haya flaqueado en tan difícil momento, y que siga dandole amor a granel a sus seres queridos, para complementar (cosa que nunca se logra, pero siempre hay que intentar) tan notable ausencia.
Sin Anestesia, mi corazón y mis oraciones están contigo.