El cerebro, el corazón y los sentidos invitan a dejar registro escrito de lo que nos acontece, de lo que observamos, escuchamos, paladeamos y vivimos día a día. Aqui presento mi visión personal del asunto.
30 agosto 2025
De la ola de calor a Rock FM, pasando por Sowell, la Polimatía, los Kotowaza y la Etnoeconomía.
Al momento de escribir esto, es el decimo sexto día de una ola de calor que parece eterna y que erradica las ganas de moverse y de pensar. Y como la ciencia bien lo respalda con estudios como el que puedes ver aquí, el calor nos hace más difícil el pensamiento reflexivo; esperemos que no de modo permanente. Así que hoy me he dedicado a navegar alegremente y sin propósito fijo en la red, saltando de los postulados de Thomas Sowell al renovado auge de la polimatía, luego a una lista de proverbios japoneses con sus respectivos kanji y desde allí a la etnoeconomía. Y en todos los saltos temáticos que he dado el día de hoy, siempre acechaba, como un implacable depredador en la sombra, una amenaza monstruosa, cuyo mayor riesgo reside, como en la muñeca Annabelle, en su aparente carácter inofensivo: la corrección política, tan en boga en estos tiempos.
Resulta que en cada lectura, una vocecita en el sótano de mi cerebro se preguntaba como se contrastaban esos temas con la narrativa imperante en los medios, producción cultural y entorno social, basada en el “me too”, en el wokismo y en otras entelequias supuestamente reivindicativas.
Thomas Sowell es famoso, entre otras cosas, porque, al igual que mi admirado George Washington Carver, tuvo que jugar el juego de la vida con cartas más bien desfavorables (negro en EEUU en la época en que eso no suponía, como ahora, una patente de corso para no ser responsable de nada, pobre, autodidacta en varios temas, etc.), y porque en lugar de usar su tiempo en quejarse, delinquir, quemar banderas o echarle la culpa al racismo estructural, al heteropatriarcado blanco, u otras construcciones del victimismo; se dedicó a aprender y evolucionar a fuerza de perseverancia, entusiasmo y enfoque en las metas. Tal vez si Sowell no hubiese estudiado a Marx en su juventud, no sabría de primera mano lo inmoralmente lucrativo que resulta para algunos el hecho de capitalizar el resentimiento, y hubiese sucumbido a los cantos de sirena de las organizaciones que hacen negocio con el reconcomio, como BLM. Por eso, Sowell en sus escritos se dedica a destruir, con hechos y datos, el buenismo igualitario y la moda hueca de la “representatividad”, con argumentos como esta frase “¿Queremos que los pilotos de las aerolíneas sean elegidos por representar a diversos grupos demográficos o preferimos volar en un avión cuyo piloto sea capaz de llevarnos sanos y salvos a nuestro destino?” Esto, para el wokismo empeñado en que en ciertos empleos privilegiados (no la minería o la albañilería, por ejemplo) haya representación proporcional de mujeres, personas trans, aborígenes, jóvenes que siguen la tendencia de autocalificarse “no binaries”, etc, es todo un anatema, calificable con la palabra de su neolengua Orwelliana que más gustan de utilizar: “facha”, y cuyo significado está muy alejado del original; hoy en día significa todo lo que no está alineado con los mantras de la extrema izquierda.
El símil entre Sowell y George Washington Carver, un personaje bastante desconocido en esta actualidad que prefiere defenestrar a la cultura del mérito en lugar de promoverla, me hizo saltar a la Polimatía (es decir, la capacidad de una persona para dominar varias áreas del conocimiento, habilidades o disciplinas, como es el caso de Leonardo Da Vinci, Isaac Asimov o Hedy Lamarr); y encontré un artículo que mencionaba que hoy en día ser polímata viene a ser una ventaja enorme para el mundo laboral. Lo que me extraña es que esto sea noticia; siendo tan obvio. Y es que hemos pasado a un mundo en el que parece que hay que avergonzarse de tener conocimientos; en el que curiosamente la superioridad física de atletas y deportistas es admirada y no se critican sus ganancias astronómicas, mientras que la superioridad intelectual es criticable y debe esconderse, porque…. Es facha. Y por eso se promueve la mediocridad escolar y se critica a la meritocracia, en pro de una “igualdad” mal entendida.
El encontrar en los artículos sobre polimatía cierta frase que me encantó, y que está representada en la ilustración de este post, me hizo saltar a los Kotowaza, los proverbios japoneses plasmados en caracteres Kanji. Todo un compendio de sabiduría milenaria que haría saltar de indignación a todo neo progre y antisistema que se precie de serlo en estos tiempos, por contener contenidos incongruentes con el discurso misándrico y resentido que constituye su evangelio de cabecera. Frases como “失敗は成功のもと (Shippai wa seikoo no moto)” es decir, los errores son la base del éxito o “虎穴に入らずんば虎子を得ず (Koketsu ni irazunba koji o ezu)” que significa que si no entras a la cueva del tigre, no puedes conseguir un cachorro de tigre, dan valor a la perseverancia y a la iniciativa personal, todo lo opuesto a lo que pregonan quienes quieren que toda la población viva de las miserias que les dejan caer desde las mesas de los poderosos jerarcas del partido de gobierno, sea que esas miserias se llamen “Bolsa del CLAP” (Venezuela madurista), “Ingreso mínimo vital” (España sanchista) o de cualquier otro modo.
Y así llegué a la etnoeconomía, ciencia que se fundamenta en postulados que correlacionan el origen genotípico de ciertos sectores poblacionales con su éxito económico y que incluso se atreve a aseverar que ciertas etnias africanas, que carecen de la noción de futuro (o al menos, no lo enfocan desde el punto de vista con que lo conocemos en la cultura occidental) son incapaces de planificar y de dar el salto desde la economía de subsistencia hacia el acopio de bienes. Todo un atrevimiento que muchos tildan de nazismo, sin entender que el origen étnico no solo tiene que ver con cromosomas, sino mas bien (y esto es lo que importa) con tradiciones culturales, por lo que no podrán evolucionar igual sociedades con valores que se orienten al logro y sociedades a las que no les incomodan la molicie y la dependencia.
Estos tópicos, que hace unos años nos parecerían temas neutrales, estuviésemos de acuerdo o no con ellos, hoy parecen revestidos de un halo de incorrección, de transgresión de las reglas no escritas (o si) de una sociedad que deriva, a mi juicio, hacia la pacatería mojigata y puritana. Y por tanto, adquieren el sabor de lo prohibido, de lo rebelde; un poco como escuchar en España la emisora radial Rock FM (mi preferida, por cierto), cuya lado transgresor no es tanto especializarse en Rock como pertenecer a un grupo radial con fuerte composición accionaria de la iglesia católica, religión anatemizada por el wokismo y el progresismo predominantes en este lado del mundo.
Casualmente hace pocos días escuche el clásico “Sympathy for the Devil” de los incombustibles Rolling Stones, tema habitual en la programación de esta emisora Y cada vez que suena… no pasa nada. Por lo visto la conferencia episcopal (y los católicos) no nos sentimos ofendidos por esa excelsa composición musical, que incluso a muchos nos gusta… Cosa muy distinta a lo que le ocurrió a la actriz Karla Sofía Gascón, que pasó de musa del wokismo a bestia negra cancelada por los mismos que la ensalzaban, debido a algunos tuits que escribió hace varios años en los que mostraba su falta de alineación con la postura genuflexa, sumisa y etnofascinada hacia la religión mahometana, postura que está de moda en varios países del primer mundo en los que el wokismo ha calado hondo. Ni siquiera la salvó ser mujer trans, carnet de inmunidad muy poderoso en estos tiempos, aunque por lo visto no tanto como ser musulmán. Que eso lo digan los autoproclamados adalides de la tolerancia y la inclusión parece una paradoja irresoluble… y más aún con este calor que obnubila la razón.
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