
Yo soy el imperio al fin de la decadencia
que mira pasar a los grandes bárbaros blancos
componiendo acrósticos indolentes en un estilo
de oro donde la languidez del sol danza.
Sola, el alma se marca en un denso hastío.
Allí abajo, se dice, hay combates sangrientos.
¡Y nada poder, débil con deseos tan lentos,
y no querer florecer un poco esta existencia!
¡Y no querer, ay, y no poder morir un poco!
¡Ah, todo está bebido! Bathyllo, ¿acabás de reir?
¡Ah, todo está bebido, comido! ¡Nada más que decir!
Sólo, un poema algo bobo que tiramos al fuego;
sólo, un esclavo algo juerguista que os abandona;
sólo, un tedio de no se sabe donde, ¿que os aflige!
Como los romanos ante las invasiones bárbaras, siento la urgencia de dedicarme a placeres egoístas mientras el imperio decae y la turbamulta anónima, sedienta, hambrienta, desdentada y mugrienta se refocila en el gozo del poder, hace su rapiña en el marmol de los templos, quema los libros sagrados, ultraja las vestales y defeca en los canales.
En benesuela (reconozcámoslo: ya esto no es Venezuela) la palabra "pueblo" ha dejado de significar "Conjunto de personas de un lugar, región o país." (DRAE-2009) para definir a una horda de resentidos marginales, vagos y carentes de todo sentido de la industriosidad y el emprendimiento, acompañados de sagaces pescadores en rio revuelto y estúpidos románticos cuya creencia en falsedades como "el socialismo del siglo XXI" es más peligrosa que ingenua. Todos bajo la égida de "la cachifa sensacional", un ser siempre ávido de tribuna, figuración y atención, suerte de Juan Vicente Gómez de nuevo cuño, un cazurro muy astuto y deliberadamente ignorante cuyas únicas motivaciones son el odio a todo y a todos y la necesidad de compensar la falta de cariño maternal en su niñez.
Dado que el 55% de quienes habitan esta tierra gustan de comer mierda, pues adelante. Que la coman. No les acompaño. Que se pudran en su peste negra de cadenas televisivas de 10 horas de duración, colas de todo un día para comprar una bolsa de arroz partido y obligatoriedad de vertirse de rojo. Conmigo no cuenten. Ya no siento ninguna identificación ni ningún apego hacia ellos. El pais terminó de romperse, y yo estoy en mi parte. Ellos, en la suya.
Se que los textos demasiado largos son un poco fastidiosos, pero; por favor, si están leyendo este post, no dejen de leer el relato "El Jardín del Tiempo" de J.G. Ballard. Exquisita pieza de un futurismo barroco que hace un espéctacularmente acertado resumen de lo que sentimos muchos venezolanos que no queremos ser benesolanos. El relato esta disponible en:
http://www.librosgratisweb.com/html/ballard-j-g/el-jardin-del-tiempo/index.htm