06 noviembre 2009

Ortografía Militar


Mi papá, quien estuvo enamorado del estudio de la Historia toda su vida, relataba siempre con algo de guasa el incidente en el que Angel Biaggini, entonces candidato a la presidencia de Venezuela, escribio "Entuciasmo" en una comunicación; causando revuelo e indignación entre la población alfabetizada del pais, y mermando aun más sus magras posibilidades de hacerse con el poder.
En los más de sesenta años que han transcurrido desde entonces, muchas cosas han cambiado en Venezuela, algunas para bien y otras para mal. Y en este último grupo se encuentra el nivel de conocimientos, cultura general y desempeño lingüístico de la población. No solo me refiero al lenguaje hablado, en el que a veces literalmente se necesita un intérprete para entender el pastoso patuá que manejan algunos grupos etáreo-poblacionales; sino también al discurso escrito, que se supone debe estar más pulido, pensado, elevado.
El discurso manejado por los gobiernos militares que hubo en el pasado Venezolano fue evolucionando desde la exhibición de cazurra ignorancia desplegada por Juan Vicente Gómez hasta la pomposa y pegajosa palabrería Perezjimenista, que al menos tenía el mérito de la corrección ortográfica, gramática y prosódica.
No ocurre así en este gobierno militar de ya no tan nuevo cuño. A Gómez podía excusársele por su origen rural y su falta de educación formal. Pero el sabaneitor y sus adláteres recibieron educación gratuita gracias a esos 40 años de democracia que defenestran; y sin embargo no se cansan de hacer impúdica gala de sus desaciertos y barrabasadas, aplaudidos por un corrillo de adulantes rastreros dentro de los que se incluye el ministro de educación, sea cual sea el que en ese momento ocupe el cargo.
Venezuela se ha convertido en un cuartel, donde campea la verborrea imperativa e irrespetuosa, el discurso básico y grotesco, el engreimiento de algunos y la sumisión de muchos. Esta foto de una valla ubicada en uno de los llamados "campamentos de paz" en la frontera con Colombia ilustra de manera penosa esta situación. Mas allá de la curiosa paradoja de que en un "campamento de paz" se haga énfasis en la amenaza y la pugna, el texto es un catálogo de errores de puntuación y adecuación lingüística. Sorprende tanta estupidez en un párrafo tan corto.
Aunque sabiendo de donde procede, realmente ya no sorprende dicha estupidez.