10 diciembre 2005

Fiestas Navideñas en Venezuela

Como toda celebración que se respete, las vísperas de navidad y año nuevo tienen sus códigos, su idiosincrasia y su particular manera de celebrarse en Venezuela. Aunque en los tiempos actuales ha caído en desuso la costumbre de reunirse en alguna casona grande del vecindario (generalmente la de la familia mas numerosa), todavía abundan las veladas decembrinas tradicionales; y no hay venezolano que no haya ido al menos a una fiesta como esta.

EL AMBIENTE Y LA MÚSICA.
Generalmente las hijas menores de los anfitriones (y alguna que otra tía soltera que “ya se está quedando”) se dedican a limpiar escrupulosamente la casa, encerar los pisos, preparar los pasapalos, etc. Luego se acondiciona algún salón grande de la casa (o el garaje) para que haya espacio para bailar, se sitúan las sillas alrededor (propias y/o alquiladas a una agencia de festejos) y se echa mano de mesas, mesitas, banquetas, etc. para disponer los pasapalos y bebidas. No puede faltar el equipo de sonido y una buena dotación de cd piratas de gaitas viejas, recopilaciones de la billos y los melódicos, salsa de los setentas, pastor lópez (este último con mayor presencia en Zulia, Lara y Táchira) y lo que esté en boga para el momento, ya sea el yatusá, el reguetón, la sopa de caracol, la macarena, el meneíto o lo que suene ese año. Si está de moda alguna canción anglo pop (lo que los viejos llaman "música moderna"), se bailará en rueda, con todos los danzantes batiendo palmas y gritando al unísono "ju... ju... ju..." Impelablemente se escucharán varias veces “año nuevo vida nueva” y “sin rencor” y ya amaneciendo alguno sacará algún olvidado disco para hacer sonar “en aquel lugar secreto” de yordano o “canción para ti” de frank quintero, que los pocos asistentes despiertos cantarán con voz desafinada, aguardientosa y a todo gañote.

COMIDAS Y BEBIDAS
Independientemente del estamento social de los anfitriones, no faltará el pasapalo nacional por excelencia (tequeños), y algún que otro plato navideño, ya sea hallaca, bollito, cochino... el 31 se come lo que haya sobrado del 24. Hay bocaditos tradicionales que se resisten a desaparecer, como las ubícuas galletas de soda con diablito y mayonesa. El resto de la picada será bien ecléctica y podrá incluir desde caviar y paté hasta rodajas de mortadela “güevo ‘e burro” solas o empanizadas. La bebida oficial será whisky, y en algunos casos ron, y ponche crema para las señoras mayores y niños; pero siempre se guarda una botella de champaña, vino espumante o similar (según las posibilidades) para el brindis de costumbre, usualmente dirigido por el miembro de la familia anfitriona que hable más engolado y use más palabras domingueras.

LOS ASISTENTES
Aunque estos condumios cuentan con un variopinto catálogo de invitados, no faltan estos casos típicos:
- La señora bonchona y populachera a la que le apretaban los tacones de 10 centímetros que se puso a insistencia de su hija, y por eso se los quita al primer descuido y ya liberada de semejante tormento, baila con la misma soltura novedades como “mesa que mas aplauda” o viejeras como “que gente averiguá” en medias panty, sola o acompañada, batiendo palmas y animando a los que ya están aburridos, somnolientos o cansados.
- El borrachito que se quedó dormido en una silla y de vez en cuando espabila, mira su vaso medio lleno como quien ve a un viejo amigo, se echa un trago y vuelve a cabecear. A veces el borrachito solo puede abrir un ojo, pero como todo lo ve doble, pues igual se vacila su visión binocular.
- El galancito que se lleva para un oscuro rincón a alguna desprevenida (muchas veces a alguna mucama que no pudo viajar a su tierra porque no consiguió pasaje y por eso la llevaron a la fiesta) y le calienta insistentemente la oreja a ver si “corona”, para que esa suerte le dure todo el año que viene.
- El carajito ladilla que a las 3 de la mañana sigue con las energías intactas, como si tuviera una energizer metida entre el culo. Toca los adornos de la casa (y rompe algunos), la jala la cola al gato, cambia la posición de las ovejas en el pesebre, grita como si lo esuvieran acuchillando, fastidia a la mamá, despierta al papá, corre como un loquito por la sala donde están bailando, tumba la bandeja de galletas de soda con diablito (ya revenidas) que reposa en alguna mesa, y le hace la vida imposible a todo el mundo. Generalmente termina quemándose con un saltaperico o perdiendo los incisivos en una aparatosa caída, para mortificación de sus padres y sádica felicidad de la mayoría.
- La señora que agarra su hijo o nieto pequeño y se lo lleva para la pista y lo pone diz que a bailar, agarrándole los bracitos y estirándoselos y contrayéndoselos como si estuviese estimulándole la respiración a un ahogado. Casi siempre el chamito se la cala, por cansancio o por miedo al coñazo que le dan cuando no “baila” con su mamá (o abuela).
- El chamo que se queda dormido, y lo acuestan sobre dos sillas unidas, a las que usualmente llena de babas, ya que por la incomodidad duerme con la boca abierta. Si el chamo ha tragado mucho o ha bebido mucha coca cola, las babas tiñen de un tono marrón cobrizo la tapicería de las sillas, y hacen que quien las tenga que limpiar al otro día le saque la madre varias veces al dormilón (en ausencia, claro)
- La adolescente que se dedica toda la noche a hablar por teléfono (fijo o móvil) y luego se queja de que nadie la sacó a bailar y que nadie se fijó en su bello vestido exclusivo, casi siempre comprado en la boutique de "Elmer" (El mercado) aunque diga que lo adquirió en Zara u otra tienda "exclusiva" de algún centro comercial.
- El hembrón que sabe que está buena y pasea su espectacular anatomía ceñida en un vestido minúsculo y escotado por toda el contorno, despertando miradas lascivas, propuestas de todo tipo y envidia en otras féminas. A esta generalmente la busca una camioneta cara y llena de accesorios (faros antineblina, blindaje, luces de neón) para llevarla a "otra fiesta buenísima"... que casi siempre es privada y ocurre entre 4 paredes.
- El invitado (o invitada) que en gesto de solidaridad extrema, se dedica a ayudar a los anfitriones. Agarra las bandejas de pasapalos y los reparte, recoge los vasos, corrobora que haya papel tualé en los baños, lava los corotos y a veces se queda hasta al otro día para ayudar a limpiar.
- El que no tuvo infancia y al estilo “Don Fulgencio” pasa toda la noche quemando pólvora con los carajitos en el patio o en la acera, tripeándose el delicioso sonido de morteros y tumbarranchos y convirtiéndose en el héroe por un día de los chamos amantes del bullicio y el estruendo.
- El maniático de las doce en punto que en la víspera de año nuevo se toma la atribución de apagar el equipo de sonido mas o menos a 5 pa’ las doce y sintoniza una emisora de radio (casi siempre AM y de estrato “popular”) para que nadie se quede sin participar en la cuenta regresiva. Lo bueno es que hay quienes se guían por su propio reloj, entonces empiezan a dar el abrazo antes de tiempo, para desconcierto del susodicho.
- El pavoso empedernido (aunque casi siempre es una fémina) que insiste en escuchar “las uvas del tiempo” en voz de Raúl Amundaray, mientras llora a moco suelto. A veces complementa con “El año viejo” de Tony Camargo, y en los casos más patéticos, remata con “Noche de Paz” cantada por Pedro Vargas.
- Los clase media descendente que consideran algo marginal celebrar un condumio en una casa, pero van para no desairar a sus viejos conocidos o vecinos... y además porque no les alcanza el dinero para asistir a una celebración en clubes u hoteles de categoría. Se les reconoce por su vestimenta de marca, pero pasada de moda y su actitud de "todo les hiede, nada les huele".
- Los infaltables analistas políticos, que se reunen para hablar o discutir y en un santiamen equilibran la balanza económica, derrocan o acendran la tiranía, resuelven la corrupción, la pobreza y la molicie dela sociedad... todo hipotéticamente, claro ya que sus empleos como taxista, topógrafo municipal, recepcionista de hotel 2 estrellas o técnico de máquinas de esribir underwwod le impiden asumir la presidencia.
- Las señoras que se instalan a intercambiar por enésima vez sus recetas particulares de hallaca, dulce de lechoza, pernil de cochino, y la novedad que esté en boga ese año: sanduchón, torta melosa, torta de chocolate con mayonesa, dulce 3 leches, marquesa de chocolate y liviandades similares.
- Los nueva era, que impregnan la velada de ceremonias de diversa índole, que van desde prender velas de siete colores mientras riegan unos sahumerios y recitan mantras en sánscrito para atraer buenas vibras hasta las que en plena celebración se voltean las pantaletas en público, para atraer la suerte. Esta categoría incluye los que en víspera de navidad visten con extrañas ropas, cintas y regorgallas a un niño jesús de yeso, y los que en año nuevo salen corriendo con una maleta en una mano y dólares en la otra, los que lanzan una palangana de agua por la puerta, los que arrojan 13 monedas por encima del hombro, los que se atapusan un plato de lentejas a las 12 en punto (y mas tarde se las ingenian para disimular la peorrera) y los valientes que son capaces de tragarse una uva con cada campanada de año nuevo, con semilla y todo. Estos últimos son candidatos perfectos a mulas del narcotráfico, ya que esas enormes uvas transgénicas (y carísimas) que se consiguen por ahí no tienen nada que envidiarle a unos dediles.
- Los criticones que se sientan a observar a los asistentes para después desguazarlos. Que si esta repitió el vestido, que si aquel tenía una mancha de pepitona en la corbata, que si el peinado de la otra parecía un nido de azulejos... la versión sofisticada de estos últimos consiste en los que en los días subsiguientes o anteriores escriben textos como este.

03 diciembre 2005

Los Malandros de Dios

Pocas cosas me parecen más odiosas que la caricatura “Daniel el Travieso”. Sin pretender transformarme en moralista, simplemente me fastidia que se rinda pleitesía a un carácter problemático, pugnaz, irrespetuoso y cuya irreverencia está más cerca de la estupidez que de la inteligencia.

Pero en eso, como en casi todo, estoy del lado de la minoría. Ocurre que desde hace luengos años la cultura occidental privilegia al “malo simpático”. Y no solo la cultura occidental, al parecer los hechos también. Alguna vez escuché a alguien usar la expresión “los malandros de Dios” y me pareció que caía justa para definir ese tipo de personas que nunca se destacó en los estudios, no fueron buenos hijos, no eran especialmente serviciales ni solidarios, no amaban especialmente al trabajo, no tuvieron mucho escrúpulo a la hora de usar drogas recreativas, practicar o propiciar abortos y un largo etcétera, y resulta que terminan obteniendo los mejores privilegios, detentando las mejores fuentes de ingreso, ostentando los mejores carros, las parejas mas cotizadas, todo sin esfuerzo y como caído del cielo; cual privilegio divino que se les concede por su arrobador carisma, sus facciones armónicas o simplemente porque si.

A quienes han obtenido sus logros a costa de sudar grueso y cumplir a pies juntillas los valores tradicionales, esto les incomoda sobremanera, aunque se trate de no cavilar demasiado sobre el asunto, y menos aún, comentarlo. No tengo muchas referencias sobre escritos al respecto, recuerdo haber leído unos comentarios creo que de Aquilino José Mata sobre la novela brasileña “Ti Ti Ti” en la que se mencionaba la pugna entre dos diseñadores de similar fama, uno de ellos había logrado su éxito tras inconmesurables esfuerzos; y al otro se le había presentado de manera casi casual; la cosa sonaba interesante pero en aquel momento no supe valorar la relevancia de ese tema, que hoy me parece subexplotado; y no vencí mi habitual resistencia a presenciar culebrones, así que nunca supe si en verdad la historia trataba sobre esta temática.

El caso es que aunque el fenómeno es de vieja data, hoy parece más vigente que nunca ese desequilibrio, la constancia y la perseverancia no están de moda; o valen muy poco ante el azar. Esto lleva incluso a que las personas oculten el trabajo que algo les ha costado, para hacerlo parecer como un don, acrecentando paralelamente algunas de sus características individuales consideradas negativas, para sentirse un poco “malandro de Dios”, supongo que esa conducta lleva implícito la afirmación subyacente de ser un ente privilegiado, algo así como “soy una rata pero arriba hay alguien que me protege a pesar de eso, porque en el fondo soy bueno”.

De ningún modo esta conducta es exclusiva de personas poco ilustradas o marginales, de hecho hay ciertas profesiones muy lucrativas en las que es indispensable tener un pasado turbulento y hacer aparecer tus virtudes como un don natural casi inmerecido, para ejemplo los cantantes de rap (insisto en usar esa palabra aunque hoy suene mas cool llamar “hip-hop” a ese ritmo) Eminem y Vanilla Ice (caucásicos ambos), que se vieron forzados a inventar una niñez abusada y una vida en la calle que nunca experimentaron, para sonar creíbles como raperos y así vender más discos y ganar más dólares; pero el ejemplo más sorprendente es Paulo Coelho en el capítulo 1 de su novela autobiográfica “El Zahir”, donde tras algunas autoalabanzas como “¡entonces sabe quien soy!. ¡No es tan ignorante como parece!” o “no tengo un horario fijo para trabajar,(…), soy rico, famoso” se dedica a reforzar su carácter de “malandro de Dios”, rebelde, iconoclasta, exitoso y asquerosamente rico, tanto que debe ser mencionado en tercera persona, como si de una deidad se tratase: “El se rebela, recorre el mundo durante la época hippy, acaba conociendo a un cantante, compone algunas letras de canciones y de repente consigue ganar mas dinero que su hermana, que había estudiado (…)” y continúa, ya en primera persona. “compro algunos apartamentos, me peleo con el cantante, pero tengo dinero suficiente para pasar los siguientes años sin trabajar.” Es decir: todo mi éxito se debe a un don innato, y se me presentó a pesar de que ignoré los consejos de mis viejos e hice lo que me dió la gana.

Duro golpe para el ánimo y sistema de valores de los que si se dan duro estudiando y trabajando, y apenas tienen ingresos para vivir el día a día y cubrir sus responsabilidades; por lo visto merecen ese destino porque no les provoca ser hippies o irreverentes, fumar marihuana o tocar guitarra. Por ser tan convencionales, no están bendecidos con el don de ser malandros de Dios.

En lo personal, y aunque suene a gesto quijotesco, no pienso gastar ni un céntimo en libros de Paulo Coelho ni en caricaturas de “Daniel el Travieso”.

21 noviembre 2005

Revolucionarios de Verdad (01)


Existen palabras cuyo significado muta, se altera, se modifica en atención al contexto en el que aparecen. Y no me refiero en este caso al contexto lingüístico (que también influye, claro) sino al contexto sociocultural. Hablar de revolución en un septiembre romano, bebiendo café en la Vía Véneto, debe ser sublime. Imaginamos heroicas gestas, luchadores comprometidos, ideales elevados. Pero en un entorno en el que la palabra en cuestión se ha prostituído hasta llegar a ser sinónimo de oclocracia, de exclusión, de revanchismo y de ineficacia, la cosa no es en lo más mínimo poética.

Parece que en Venezuela basta ejercer el adulante culto al máximo lider (por convicción o conveniencia, no importa), usar lenguaje barriobajero o afectado en exceso y lucir algunas prendas de color rojo para ser catalogado como "Revolucionario de Verdad". Y ese bombardeo de palabrejas que pretenden ser altisonantes (revolucionario, bolivariano, endógeno) cubre de hediondo sarro acomodaticio el verdadero significado de algunos conceptos. Quiero entonces rendir un homenaje a lo que yo considero Verdaderos Revolucionarios; en congruencia con el concepto convencional de este término, fuera de la miasmática influencia de la quincalla ideológica que el locatario de miraflores y sus acólitos pretenden imponer en Venezuela.

Hasta finales del siglo XIX, era muy difícil aplicar los conceptos de "comodidad" y "funcionalidad" en la descripción de una vivienda típica en casi cualquier lugar del mundo. La vivienda constituía una simple muestra del status de su propietario, un acto público, una fachada mas o menos decorada y ostentosa (según los ingresos e ínfulas) detrás dela cual se organizaban de modo monótono una sucesión de espacios indistintos, poco coherentes con las actividades que albergaban. El comedor no se diferenciaba en mucho de la habitación, ni la sala del desván. Todo ello en torno a un patio o sucesión de patios o pasillos, mal iluminado y ventilado, carente de personalidad definida. Salvo ejemplos más bien raros de arquitectura mudéjar, alpina y nipona, la casa era simplemente un cobijo, un dormitorio, un escondrijo para el pudor, la defensa y el establecimiento del status quo.

A principios del Siglo XX devino una verdadera revolución de ideas. La casa comenzó a ser concebida como una máquina, como un sistema cuasi vivo. Y conceptos como el confort, la adaptación de la forma a la función y calidad espacial; antes ignotos, comenzaron a ser cada vez más frecuentes, hasta constituirse en norma tácita. Esta revolución surgió de la sinergia en el alcance de logros tangibles en artefactos destinados a proporcionar comodidad al hombre (ascensores, electrodomésticos), de redescubrimiento de valores estilísticos y conceptuales en las culturas orientales y por sobre toido, de la ruptura del paradigma de vivienda como elemento destinado a demostrar más que a albergar. Este corset del pensamiento se aflojó a la par de muchos otros, como la tiranía del figurativismo en la pintura; propiciando un momento extraordinariamete creativo en la historia de la cultura occidental, cuya influencia aún se siente hoy. para muestra de ello, la vigencia estilística que se aprecia en la foto que ilustra este post; la "Glass House" de Philip Johnson, que data de 1949, mientras que los muebles (silla "Barcelona") fueron diseñados por Ludwig Mies Van der Rohe en 1929. "modernos, los antiguos", como dijo Mafalda.

Vaya entonces mi profundo respeto a esos Revolucionarios de Verdad, que cambiaron la forma en que la humanidad vive: Le Corbusier, Louis Sullivan, Mies, Frank Lloyd Wright, Richard Neutra, Louis Kahn, Kenzo Tange y nuestro Carlos Raul Villanueva.

07 noviembre 2005

Comida Minimalista


Mi papá, que nunca militó en partido político alguno y fue de vocación opositora perenne, solía decir que los adecos, en sus reuniones, comían caviar con arepa. Hasta hace poco menos de 10 años, esta combinación era reflejo de nuevorriquismo, de ausencia de criterio culinario, de salto cuántico de lo rural a lo urbano, de ansia de ostentación extrema sin deslastrarse de las costumbres populares.

Hoy es cool comer caviar con arepa.

Solo que en vez de decir “hoy comí caviar con arepa” debe decirse algo como “la degustación estaba conformada a base de confit de minúsculas perlas negras eslavas desestructuradas en sus puntos cardinales, sobre una cama de masa apenas cocida y texturizada al aroma de las maderas exóticas amazónicas, presentada al estilo típico de las planicies del norte suramericano”. Puede completarse la descripción con una frase al estilo “es que me encanta la cocina de fusión ¿sabes?” o “esta es la última obra maestra de (y aquí un nombre mestizo y rimbombante, como “Delmiro Straass” o “Ayurbuddha Zuleta”), en su espacio (otro nombre que combine lo chaborro y lo high class-francófilo, como “La Taguara Lyonnaisse” o “Le Petit Bistro De Anacleta”), que tiene una decoración divina y atiende solo a 10 comensales, ¿sabes?”.

Estas son las paradojas de lo que en los 60 se dio en llamar “nouvelle cuisine” y desde los 90 (con sutiles variaciones) recibe nombres como “cocina de autor”, “cocina fusión” y otros igualmente sonoros. La cosa consiste en colocar unas porciones minúsculas sobre un plato no convencional (pentagonal, triangular, un caparazón de tortuga, una tapa de excusado…), adornadas con unos chorretes coloridos de alguna sustancia vagamente comestible, como jugo de zarzamora, tinta de calamar o sangre de cerdo. Luego se redacta un nombre de al menos 30 palabras, que incluya expresiones claves de esta modalidad, tales como “sobre una cama de…”, “al aroma de…” y privilegie el uso generoso de adjetivos e hipérboles. Si la creación lleva fruta, esta necesariamente será “salvaje” o “virgen”. Nunca está de más el uso de alguna sinestesia o incongruencia pseudometafórica, al estilo de “leyéndole las venas al salitre”.

El contenedor de estas actividades debe ser un receptáculo decorado al estilo minimalista o ecléctico, sobre todo en los casos en que se pregone “cocina de fusión Croata-Guanareña” u otra combinación casi imposible. El nombre del local debería incluir alguna palabra en inglés o francés (aunque se prohíbe el término “restaurante” por obvio, puede usarse “espacio”, “comedor” o mejor, nada), el nombre del chef debe parecer natural, producto de un “estudiado descuido” como si de un DJ se tratase. Si el chef tiene la desgracia de presentar correlación étnica entre el nombre y el apellido, debe buscarse un mote sonoro y ligeramente procaz.

El lugar debe contar con muy pocas mesas y un portero eficaz que evite la entrada de indeseables al lugar: gordos (excepto raperos en la cresta de la ola), ancianos (excepto archimillonarios), gente rural (el campo no es cool desde los 80) y similares. La clientela debe ser “beautiful people”, metrosexuales o tecnosexuales, con al menos 3 cirugías estéticas encima y un vocabulario de altura, salpicado cada 5 minutos o menos con la pregunta “¿sabes?”. Asimismo, el lugar debe tener un “lounge” con música chill out brasileñófila, lo suficientemente discreto para que no se note si alguien ofrece unas líneas de perico (uno de los pocos atavismos permitidos).

Los wannabe que asisten a estos lugares, generalmente salen de allí directamente a atapusarse un par de arepas con reina pepiada o mechada con amarillo, en un gesto que los acerca mucho a la historia de los adecos y sus supuestos hábitos en los 70. Aunque aquellos al menos eran auténticos.

31 octubre 2005

Parisiando con la lengua

Una gentil internauta, en un comentario sobre el post anterior se refiere a "jalogüin". La forma de escribirlo (tan válida como cualquier otra) me llevó a indagar un poco sobre el para mi relativamente ignoto mundo del spanglish. Polémicas encendidas se han tejido en torno a este tema, (como la que puede seguirse en http://barrapunto.com/lengua/00/11/27/1659232.shtml) pero en todas las que encontré en la red se echa de menos la opinión de los legítimos "spanglishparlantes", generalmete dominicanos, puertorriqueños o mejicanos llegados muy niños a Estados Unidos. Supongo que la mayoría de ellos esta más ocupado en sus menesteres que en defender o defenestrar esa forma de hablar.

Como persona de orientación proacadémica, estoy más del lado de los que proponen usar las palabras propias de cada idioma, e importar palabras cuando no exista un termino propio en el idioma nativo. Pero claro, sería un hipócrita si negara que digo guaya en vez de tensor, guachimán en vez de sereno, computadora en lugar de ordenador; que uso la palabra bizarro con el significado inglés (extraño, raro) y no con el español (caballeresco, vistoso) y un largo etcétera.

Pero por otra parte, en lo personal me chocan expresiones que rayan en el surrealismo como "pasar la vaca por la carpeta", "deliverar grocerias", "salirse de la autopista en el éxito Nº 5" o "llámame pa'trás", por no hablar de "guerla", "vamos a perreal" y otras de común presencia en las líricas (si es que pueden llamarse así) del reguetón.

Tal vez muchos de los que utilizan el spanglish no eligen usarlo. Lo hablan porque es lo que oyen en sus casas, sus vecindarios, sus contextos habituales. Lo que no resulta tan comprensible es la gente que deforme el idioma por que le parece que está en boga o es "chic", como los que dicen "si-ésta" o "fi-ésta", tal cual lo diría un angloparlante que se va a México y después de tres tequilas quiere hablar "españolo".

25 octubre 2005

Halloween

Cuando yo era niño, no había Halloween.

Al menos, no lo había en mi ciudad. Era una lejana referencia que aparecía en revistas latinas editadas en Miami, como Buenhogar o Vanidades.

Ni pensar que la gente se disfrazara el 31 de Octubre, los disfraces eran solo para carnaval; y mayoritariamente para los niños. Y a mi me daba como rabia de que fuésemos tan atrasados, tan rurales, tan ajenos a la cultura occidental que ni siquiera éramos capaces de celebrar el Halloween. Yo soñaba con comparsas de gente disfrazada de bruja o hechicero, con niños pidiendo dulces de puerta en puerta. Pero cuando trataba de incorporar esa realidad el contexto inmediato, no lograba ubicar esas comparsas en las calles oscuras e inseguras de mi ciudad, llenas de policías que estaban mas dispuestos a pedirte dinero o a amenazarte que a protegerte: menos a los niños vagando bajo ese sol a cuchillo de las tardes, sudorosos, con el maquillaje corriéndose por la transpiración. Y menos aún a las hoscas señoras de los alrededores, hurañas y tacañas, semianalfabetas, campurusas y gruñonas, regalándoles dulces a los niños.

Además que ninguna de las traduciones liberales o creativas de "trick or treat" me satisface.

Hoy ya se celebra el Halloween en Latinoamérica, gracias a esta inevitable globalización que no logran detener los ñángaras ilusos que apedrean los Mc Donald's ni las feministas enjutas que queman sostenes frente a las embajadas (la mayoría no tiene nada con que llenarlos, de cualquier modo). La gente se disfraza de bruja, mago, polichinela, arlequín, spiderman, tortuga ninja, teletubbie, diva del disco music, o lo que el presupuesto y la creatividad permita. Supongo que en algunas urbanizaciones metropolitanas los niños piden dulces y señoras amables, hiper educadas y con sus narices recién operadas les llenan sus bolsas con exquisiteces compradas para la ocasión, o preparadas en casa; ya que ser chef está de moda. La cosa se va pareciendo más a lo que imaginaba de niño.

Lástima que las calles de la ciudad de mi niñez sigan siendo tan estrechas, tan oscuras y muchísimo más inseguras que como las recuerdo, y que uno no sepa si es peor toparse con un ladrón o con un policía. Total, ambos van a procurar quitarte algo de lo que tienes. Si claro, hay excepciones. Hay ladrones honrados. Algún policía honrado debe haber.

Gústenos o no, ya el tema de Halloween o "Noche de Brujas" se va ligando a la cultura local, y es capaz que asome aún cuando la revolución cultural prohiba las manifestaciones culturales foráneas. Es que los venezolanos somos tan noveleros y nos gusta tanto lo foráneo que ese tema de la revolución cultural (tan rancio que suena, ¿verdad?) le va a quedar bien cuesta arriba a los ideólogos sesentosos del régimen. Para muestar un botón: La señora étnica que apareció con corona y banda como "Reina de la Resistencia Indígena" en las transmisiones de un canal progubernamental el 12 de octubre. Solo faltaba que la banda dijese "Miss Warao" o "Miss Yanomami" y que los cirujanos le hubiesen operado la nariz, el busto y las caderas, para que luciese mejor sus movimientos al ritmo de "En una noche tan linda como esta".

21 octubre 2005

La Capital del Mundo

Hoy escuchaba una emisora de radio carqueña que se autodefine como "global". Despues de anunciar con mucho aspaviento que se hallaban conectados via gps, microondas, cable submarino y que se yo cuantos artificios con las ciudades de Maracaibo y Puerto Ordaz, pasaron a comentar la cola que había en la Cota Mil, la lluvia que cayo en San Bernardino, el choque en la avenida Intercomunal del Valle... como si eso le importase un pepino a los oyentes de Maracaibo y Puerto Ordaz. Y el locutor interrumpía sus comentarios para acotar "y que me perdonen los oyentes de Maracaibo y Puerto Ordaz, pero bla bla bla..." Supongo que la mayoría de los oyentes de estas ciudades habría cambiado ya de emisora.

Es un problema de ego creerse en el ombligo del mundo y yo, habitante reciente de la capital de mi país, noto la presencia (inadvertida o impúdicamente exhibida) de ese sídrome en varios de mis conciudadanos de nuevo cuño. En toda Venezuela, este mismo fenómeno se repite, bajo otro cariz. Esta bien que creamos que "lo nuestro es lo mejor" pero eso no debe hacernos perder la perspectiva, como le ocurre a un obrero que conozco, que expresó que "eso que llaman la gripe aviar pega es en los países que no tienen la gracia de Dios". Como se nota que el susodicho nunca ha visto ni una foto de Thailandia!

A los venezolanos se nos hincha el pecho de orgullo (con toda razón) cada vez que pensamos en nuestras maravillas naturales, como Los Roques, la Gran Sabana o el Salto Ángel; o en otras maravillas no tan naturales como Verushka Ramírez o Gaby Espino. Ojalá algún día podamos sentirnos orgullosos de la eficiencia de nuestras instituciones, de la honestidad de nuestros gobernantes y del civismo de nuestros habitantes. Auque al paso que vamos, tal vez en el futuro ni siquiera el pais se llame Venezuela, sino quizás Benesuela, Cubazuela o Chabesuela.

15 octubre 2005

El heladero, una reflexión estival.

Desde niño sentí una especial conmiseración hacia los heladeros de carrito. Cada vez que oía el tintineo de las campanillas o "la marchantica" imaginaba a ese señor sudoroso, cansado de caminar kilómetros y kilómetros bajo el implacable sol ecuatorial, asediado por chiquillos hambrientos y sedientos, que pasaban de la expectativa a la decepción cuando su madre o padre no les compraban el helado que querían sino el más barato. Tan diferente esta cuadro a los comerciales de helado, donde un heladero impecable, alto y modelístico servía sus productos (siempre el mas grande y caro) con sonrisa de mac donalds a unos niños educaditos y entusiastas, una especie de miniadultos. El caso es que la presencia del heladero siempre ha instaurado en mi una especie de angustia, una suerte de vergüenza por mi vida relativamente cómoda; sensación que no desaparece ni siquiera comiéndome un helado; sino que poco a poco se va atenuando hasta subyacer en el inconsciente.

Hace poco estaba en un teléfono público en plena calle, intentando a los gritos que mi interlocutor me entendiese. Venía un heladero con un carrito de tecnología reciente, en donde un CD se encarga de repetir a volumen atronador los sones de "la marchantica". Solo eso era nuevo. El sol, la cara de agotamiento del heladero y la pesadumbre en mi, los de siempre. Pero un incidente le dió un giro novedoso al asunto. Cuando el heladero me vió hablando por teléfono, bajó el volumen en el reproductor de su carrito mientras pasaba cerca de mi. Atiné a darle las gracias, aún incrédulo por el gesto de gentileza, y el heladero sonrió ampliamente y me dijo "de nada"... y su sonrisa perduró un buen rato. Allí me di cuenta que a lo mejor ser heladero no es tan triste, ni tan pesado. Puede ser que los heladeros disfruten del paisaje urbano mientras caminan con su dulce carga. Quizás se sientan complacidos por la presencia de los niños, por muy fastidiosos que estos resulten. Tal vez su profesión les de mayores satisfacciones que a mi la mía.

Quise entonces sentirme hermanado con el heladero y decirle que me alegraba mucho de que hubiesen heladeros para mitigar facilmente los rigores estivales, que el sonido y la visión del carrito de helados está ligado a los recuerdos de la niñez de todo venezolano, que me enorgullecía tener compatriotas como el, humildes facilitadores de pequeños y vitales placeres. Pero me abstuve. El discurso del nuevo (bueno, lo de "nuevo" es un decir) paradigma político en mi pais establece que el y yo somos enemigos próximos a enfrentarnos en la arena de la lucha de clases, ya que el es miembro de la gloriosa clase obrera injustamente pisoteada por el desalmado patronazgo y yo, por ser profesional y empleado privado, aunque no tenga grandes propiedades, debo ser un abyecto lacayo del imperialismo, oligarca, disidente y contrarrevolucionario. Al considerar esto, no me pareció ya tan radiante la sonrisa de heladero ni tan cordial su gesto, y se desvaneció la sensación filial. El divisionismo ya comienza a dar sus amargos frutos, por lo visto.

11 octubre 2005

La Teta de Tatiana, la de Janet y la de la camella


Cuando el vestido de Janet Jackson se abrió estratégicamente, dejando ver su pecho moreno y abundoso, probablemente muchos recordaron un incidente similar ocurrido en 1979, cuando la representante venezolana, la voluptuosa Tatiana Capote sufrió un "accidente" similar en un desfile preliminar del Miss Mundo. En ambos casos, una inusitada reacción puritana se dejó sentir (acerbas críticas para Janet, descalificación para Tati). Yo suelo pensar que muchos de los que promueven ese puritanismo ridículo y extemporáneo se muerden los codos por no poder tener unas tetas así en su cuerpo o entre sus manos.

Curiosamente, la mayoría de estas reacciones puritanas proviene de los EEUU. Claro, tampoco la cosa es como para decir que la sociedad estadounidense está podrida (si es así, este no será el mas relevante de los sintomas, creo) o para sugerir, como un español que conozco (de esos europeos que odian a los gringos por ser la competencia más directa del colosal imperio de la UE), que la resistencia Iraquí debería tatuarse unas tetas en la frente, para que los soldados norteamericanos se asusten y huyan a orar al templo protestante mas cercano. Se le olvida al españoleto en cuestión que los musulmanes radicales impiden y castigan inflexiblemente la exhibición de casi todo el cuerpo femenino, así que la que sirva de modelo para el tatuaje, morirá irremisiblemente apedreada por inmoral, según órdenes de los mulas, ayatolas o cualesquiera mandamases de la jerarquía religiosa mahometana. Así que tendrían que tatuarse una teta de camella, que si está permitida.

Que curioso... a la gran mayoría de la población mundial le gustan las tetas, pero un porcentaje mucho menor está dispuesto a reconocerlo en público (aunque en privado las gocen, las admiren o las simulen). Con el odioso ejemplo que nos dan los musulmanes radicales y su vida aburrida... ¿todavía hay gente tan obtusa como para ser conservadora en pleno siglo XXI en el hemisferio occidental?

10 octubre 2005

¿Que se hicieron?

La infausta muerte de la admirable actriz Eva Moreno me hizo recordar el inexplicable, silenciado y subestimado suicidio de su hija Aixa Moreno a finales de los años ochentas, después de haber sido anunciada con bombos y platillos como "una actriz de proyección internacional que viene a Venezuela a protagonizar el dramático más bla bla bla" (no recuerdo exactamente las descripciones de Venevisión de aquella época, llenas de exageraciones y barbarismos tipo "nos superamos a nosotros mismos"). El culebrón de marras se llamaba "Amor de Abril" y fue medianamente exitoso. Quizás nunca sabré por que se suicidó Aixa. ¿Le deprimía actuar en telenovelas luego de haber participado en filmes con buena crítica, como "Return to Treasure Island" o "Break of Dawn"?, ¿Era adicta a alguna sustancia química y el síndrome de abstinencia pudo más que ella?, ¿Estaba dotada de la clarividencia y al tener una visión de lo que iba a pasar en Venezuela en los años subsiguientes prefirió irse al más allá?

Hay gente (sobre todo en ese volátil entorno del arte y el espectáculo) que se va sin dejar rastro, como Aixa. ¿Que estará haciendo ahora Corina Azopardo? ¿Y Sandra Bruzón? ¿Seguirá Corina Castro siendo dueña de esa voz sensual y envolente con que anunciaba los minicomponentes Pioneer y los temas en "La Videojockey"? ¿Henry Salvat todavía cantará y actuará? ¿Henry Altuve estará vivo aún? ¿A que se dedicará Mariela Alcalá ahora? ¿Y "el Piraña"? ¿Y "el Rodilla"? Un amigo me dice que lo mataron malandreando.

¿Que se hizo "Mussa", la versión bizarra de Azabache (ya bastante insólita per se) que intentó imponer Sonográfica en 1989? ¿Y los miembros del grupo "Piña Colada", fallido intento de copiar a "Daiquirí"? ¿Y los cantantes de esa producción llamada "Dos Corazones" que ponía los temas románticos en ritmo de raspacanilla? Eran tan malos que eran buenos, igual que "Los Nietos de Ña Carmen". ¿Arabella donde cantará ahora (si es que aún lo hace)? ¿Y Nohemí Berlatti? ¿Que se habrá hecho Antonietta? ¿En que limbo se encontrará Félix Valentino?

Podría llenar cientos de párrafos con gente que apareció estruendosamente en los medios, vivió su época, nos regaló su talento, nos alegró la vida... y desapareció sigilosamente.

Quizás eso sea más respetuoso que esa costumbre de "despedirse del escenario" una y otra vez, como Ilan Chester y, otrora, Lila Morillo y antes Olga Guillot. Prefiero esas desapariciones que hablan de una asunción madura del fin del ciclo; y no esa manía de eternizarse.

Y el que te conté ("Star System" a su manera, gracias en buena parte a la generosa renta petrolera) ya pospuso su retiro del 2021 para el 2030. Mientras tenga como pagar los aplausos...

09 octubre 2005

Ya viene el 12 de Octubre

... Y amenaza la reaparición del mismo discurso subrepticio en boga desde hace algunos años: La leyenda negra de la conquista. Que si los españoles nos quitaron nuestro idioma, que si el genocidio indígena, la transculturización... Los adalides de esta postura hablan en español y tienen nombres castizos, o en algunos casos, inventados bajo influencia anglo (Yorman, Yonatan).

A ninguno he escuchado plantear esas ideas en lengua wayuu, yanomami o warao, ninguno de los que tengo referencia se llama, por ejemplo, Sorocaima Guarecuco o Manaure Marapacuto. Su fenotipo es mestizo, pardo, mezclado. Barba poblada y ojos achinados a la vez.

Los supongo tan practicantes de esa mescolanza de creencias (Jesucristo, Maria Lionza, José Gregorio Hernández, El Espíritu de la Navidad, La Sayona, Santa Claus...) como cualquier venezolano; aunque quizás con un toque de religión marxista aprendida a último minuto gracias a las diligentes enseñanzas de los ideólogos caribeños de reciente aparición por estas latitudes.

En lo personal, ya estoy harto de ese ritornello. Estoy convencido de que si los españoles no hubieran matado a tantos indígenas (ora en escaramuzas guerreras, ora por la transmisión inadvertida de enfermedades virulentas), estos hubiesen seguido aniquilándose entre si, con sus macanas y flechas, en su eterno afán de imponerse sobre las comunidades vecinas. Era el espíritu de esos tiempos, al fin y al cabo.

Raras veces se escucha alguna queja japonesa por las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Menos de 40 años despues de esa aniquilación, los productos japoneses invadían los mercados mundiales y su sociedad alcanzaba altos estándares de calidad de vida. Sin imposiciones ideológicas, sin cambiarle el nombre a las instituciones, sin pugnas intestinas, sin discursos divisionistas. Sin "echarle el muerto" a nadie.

Aqui, tenemos mas de 500 años buscando un chivo expiatorio a quien culpar de nuestra propia incompetencia.