29 julio 2006

Caracas, la cumpleañera

El devenir estético y perceptual de la hace poco cumpleañera ciudad de Caracas puede asimilarse muy bien a la historia de Helena Merlin. Finalista en el Miss Venezuela de 1975, cautivó a muchos con sus ojos de límpido azul, su cuerpo escultural, su verbo fresco. La intrépida juventud le dio alas para, una vez cumplido su periplo por los concursos de belleza, dedicarse a probar todo lo que le ofrecían: aventuras, viajes, experimentos artísticos, vida en comunas, amor libre… pero también drogas recreativas y hampa. Cuando esas alas de la juventud dejaron de funcionar, se encontró a si misma avejentada, fea, deteriorada, inútil. La espiral descendente la lleva a ser hoy una vulgar latera, una indigente que pide limosna para poder comprar su piedra (crack) cotidiana, y a veces comer. Solo los abismos de sus ojos remiten a su belleza de otrora.

La Caracas de principios de los sesentas se conocía como “La Sucursal del Cielo”. El clima amable, la infraestructura vial y de servicios óptima, la seguridad de sus calles y la belleza de su paisaje urbano justificaban este calificativo. Sólo que, cual joven descocada, la gestión de ciudad no supo que hacer con los ingentes ingresos de la primera bonanza petrolera (años 70). Demoliciones irresponsables, dispositivos viales que olvidan al peatón, deforestación, elefantes blancos fue parte de la herencia de esta época. La otra parte: el germen de la invasión buhonerística que ha transformado esta ciudad en la sucursal de Fenicia, sin su esplendor.

La crisis de los años 80 agravó la situación y le dió carta blanca a la tropelía del comercio informal, convirtiendo en norma aberraciones como los tenderetes que impúdicamente ocupan aceras y calzadas, los hombres-quincalla en los semáforos y la colocación de piercings, tatuajes o extensiones capilares en plena calle. La nueva bonanza petrolera, lejos de procurar una solución a la depauperación urbana de la capital Venezolana, en clave de populismo brutal ha dado aliciente al fenómeno del buhonerismo, con su legado de olores pútridos, hampa y deterioro de espacios públicos. Hoy casi toda Caracas luce como Helena Merlin: ajada, desgastada, mugrienta, hedionda, alicaída, con apenas vagas sombras de su hermosura pretérita.

Helena Merlin confía en recibir ayuda para acudir a una clínica de rehabilitación y salvarse del abismo de la narcodependencia y la miseria. ¿Tendrá salvación Caracas?

21 julio 2006

El novísimo manual epistolar

Hace poco pude constatar que el arte de redactar misivas, aparentemente devorado por la vorágine de la contemporaneidad, ha renacido cual ave fénix cibernética.

Los vetustos volúmenes de los manuales epistolares "Cómo Deben Escribir sus Cartas los Hombres", de Agustín Chaseur Millares o "Composición" de Joaquín Añorga, han transmutado para adaptarse a los medios, los fines y los vocablos actuales. Y así nacen las libreticas "mensajes para celular" que venden a mil bolívares los buhoneros en diversas zonas del pais, cuyo objetivo principal se resume en esta frase "Eso es pa' que cuando le vayas a mandar un mensaje a la jeva, te salga bien cartelúo", leit motiv de venta de uno de los expendedores de esta obra, tan representativa de los tiempos que corren.

Así pues, frases de castiza ranciedad florida como "Cuando reciba usted esta carta, tal vez aun no se haya dado exacta cuenta de que mi ausencia será más larga de lo que piensa. Me ha faltado valor para decírselo de palabra, temiendo que su pena hiciera vacilar mi resolución, y que, a pesar de todo lo que a marcharme me obliga, me quedase." no caben en los modos de comunicación actual, ni en los 150 caracteres que permiten los teléfonos celulares para el envío de mensajes. De modo que resulta más propicio, sin perder la intención romántica, digitar "Mandare besos al viento cn la esperanza q toqn tu rostro y t diga al oido q m muero x vert".

Y es que como propugna mi amigo Alexis Mora, "Todo Comunica".

16 julio 2006

Brazil, 21 años después

En la adolescencia, experimenté varias frustraciones vinculadas al cine, en la forma de películas que quise ver y no pude. Por un lado, la pudibunda comisión municipal que elegía cuales filmes podían ser proyectados, conformada por un sacerdote, un(a) concejal casi siempre semianalfabeta y una "distinguida dama de la colectividad sancristobalense" dejó fuera del alcance del público joyas como "La Última Tentación de Cristo". Por otra parte, la pelazón supina casi siempre me obligaba a elegir entre ir al cine o comprar cartón maqueta, papel croquis, tinta... y generalmente se imponía esta opción, por necesaria. Y finalmente, el acendrado gusto de mis coterráneos por las producciones tipo "Soldado Universal 6" o "La Venganza de la Hija de Nadie" dejaba poco espacio en cualquiera de las dos salas disponibles para cualquier película que no fuese mexicana, "romántica" o "de acción". No puedo dejar por fuera la inexistencia de VHS, Betamax o similar en mi hogar, cosa que hubiera podido colorear un poco tan grisáceo panorama.

Así pues, mi afición al cine se alimentaba de leer la columna "La Gran Ilusión" de Alfonso Molina en El Nacional, y de cruzar los dedos para que las obras que me gustaban llegaran (al mes, a los dos meses, al año...) a la cartelera local. Por ejemplo, después de esperar 6 meses que llegase a la cartelera "Betty Blue, 37.2 Grados en la Mañana", mi amiga y compañera de tribulaciones cinematográficas Reina Contreras me llamó para decirme que ese día la presentarían en única función... cosa terrible considerando que dos días antes había sido operado de la miopía en ambos ojos, y tenía prohibido salir, serenarme y LEER por un mes. Pero yo no iba a pelar ese boche, así que le pedí a Reina que me buscase, con el pretexto de ir a un cumpleaños, y después de pasar la aduana materna, reestrené mis ojos en el cine, detrás de los lentes negrísimos tipo Seguridad Nacional que me dió mi otro cómplice en esas lides, mi papá.

Con "Brazil" de Terry Gilliam no tuve tanta suerte en su momento. La escasa semana que estuvo en cartelera coincidió con una combinación de sequía monetaria y asignaciones universitarias en cadena; así que mi punzante anhelo de ver esa suerte de reinterpretación de 1984 o Metrópolis quedó en la gaveta de los deseos no cumplidos. Alguna vez vi que se anunciaba como estreno del domingo en las televisoras, pero nunca se dieron las condiciones para instalarme a verla como es debido. Hasta que hoy, 21 años después, gracias a la tecnología del DVD, al vendedor de la plaza de los museos y a Pablo que la avizoró, saldé esa antigua deuda.

Y (quien lo diría) me alegro de no haberla visto en1985. Se me hubiera escapado la sutil ironía, la acertada visión prospectiva, el acercamiento a la realidad hoy palpable y que quizás en aquel momento mi inmadurez, ingenuidad y el espejismo de un país aún próspero me hubiesen impedido imaginar. Brazil es brutal, contundente, sin llegar a ser tan oscura como 1984 ni tan poética como Metrópolis, plasma momentos de realismo sorprendente, como la obsesión de algunos con el aspecto "joven por siempre" a través de las cirugías, o la escena en que una niña de tal vez 5 años pide de regalo de navidad su propia tarjeta de crédito, duro de imaginar hace 21 años, perfectamente posible hoy en día.

Esta época en la que paradójicamente (al menos en Venezuela) la informatización de los procesos coexiste con la excesiva burocratización y rol intervencionista del estado hace que Brazil sea catalizador de reflexiones. Así que no puedo más que recomendarle a quienes amablemente visitan este blog que la vean... o la re-vean. Más información sobre esta obra maestra en:
http://www.trond.com/brazil/ (Comunidad de fans de la película - en Inglés)
http://www.imdb.com/title/tt0088846/ (Reseña en Internet Movie Data Base - en Inglés)
http://es.wikipedia.org/wiki/Brazil (Artículo en Wilkipedia - en Castellano)
http://www.planetacine.com/historia/brazil020/index.htm (Reseña crítica - en Castellano)

09 julio 2006

Dias Felices (y Sabrosos)

Me han pasado tantas cosas buenas en los últimos tiempos, que no quepo en mi del alborozo y también del agradecimiento. Hace una semana estuve en Puerto La Cruz, en un viaje de 2 días en el que, haciendo recuento, no entiendo como cupieron todas las actividades en tan pocas horas, y como ese ritmo acelerado me renovó más que una cura de sueño. ¿Y por que ese viaje? Para celebrar que, contra los pronósticos, ya van 7 años de relación de pareja, 100% satisfactoria y llena de momentos gratos. Eso es como para que se le parta la cara en dos de la sonrisa a cualquiera. Pero además esa dicha va rodeada de pequeñas y no tan pequeñas satisfacciones y gozos que han caido en catarata:

La experiencia de disfrutar de la celebración del día del arquitecto en los salones del Hotel Humboldt me hizo sentir como en una fiesta de los años 50, donde el riesgo más grande que existía era la rotura de una pantymedia. El "monotema" que ocupa buena parte de la mente de los venezolanos quedó mágicamente desterrado, así como las preocupaciones laborales y económicas. Y podía sentirse que a toda la concurrencia atravesaba esa suerte de nirvana. ¿Sería por la impresionante belleza y armonía de los espacios?

El triunfo de la Squadra Azzurra en el mundial fue como un fresquito para mis querencias deportivas, ya que hace algún tiempo que no pego una con Magallanes y con el Deportivo Táchira, de modo que a falta de la Vinotinto, Forza Azzurri!

En lo laboral estoy como me gusta: Atareado sin llegar a lo inmanejable, y enfrentando nuevos retos y proyectos en gestación. En la salud... fuera de una gripecita ignorable, estoy como un roble. Ni la úlcera ni las Giardias han protestado ante la ingesta de cochino frito, chorizo, kafta, salsa montecarlo (pesto con un toque de crema de leche y otro de bolognesa), dulces árabes, caraotas, helado, nucita y demás elementos de la dieta cotidiana de quien suscribe, más bien alejados de las prescripciones médicas convencionales. Y de energía, ando que echo un pulso con He Man a ver como nos va.

Los panas, siempre ahí, full apoyo, full cariño, parte bien importante de mi vida. La familia, igual, en un estadio equilibrado de interacción.

¿Puedo pedir algo más? Solo la virtud de seguir siendo feliz con las cosas grandes o pequeñas, sencillas o complejas que la vida obsequia... aunque no estaría de mas una Nissan Pathfinder sincrónica!

03 julio 2006

Atardecer en Puerto La Cruz


Fotografía tomada por Pablo Carballo. Queda pendiente contarles sobre el pacífico oleaje de playa Puinare, las arepas de cochino con pollo y queso de Humberto (no aptas para top models), las empanadas de pabellón, los dicharacheros vendedores del mercado cerca del ferry, los alcatraces fotogénicos y muchas otras cosas de esta simpática ciudad.