Hoy escuchaba una emisora de radio carqueña que se autodefine como "global". Despues de anunciar con mucho aspaviento que se hallaban conectados via gps, microondas, cable submarino y que se yo cuantos artificios con las ciudades de Maracaibo y Puerto Ordaz, pasaron a comentar la cola que había en la Cota Mil, la lluvia que cayo en San Bernardino, el choque en la avenida Intercomunal del Valle... como si eso le importase un pepino a los oyentes de Maracaibo y Puerto Ordaz. Y el locutor interrumpía sus comentarios para acotar "y que me perdonen los oyentes de Maracaibo y Puerto Ordaz, pero bla bla bla..." Supongo que la mayoría de los oyentes de estas ciudades habría cambiado ya de emisora.
Es un problema de ego creerse en el ombligo del mundo y yo, habitante reciente de la capital de mi país, noto la presencia (inadvertida o impúdicamente exhibida) de ese sídrome en varios de mis conciudadanos de nuevo cuño. En toda Venezuela, este mismo fenómeno se repite, bajo otro cariz. Esta bien que creamos que "lo nuestro es lo mejor" pero eso no debe hacernos perder la perspectiva, como le ocurre a un obrero que conozco, que expresó que "eso que llaman la gripe aviar pega es en los países que no tienen la gracia de Dios". Como se nota que el susodicho nunca ha visto ni una foto de Thailandia!
A los venezolanos se nos hincha el pecho de orgullo (con toda razón) cada vez que pensamos en nuestras maravillas naturales, como Los Roques, la Gran Sabana o el Salto Ángel; o en otras maravillas no tan naturales como Verushka Ramírez o Gaby Espino. Ojalá algún día podamos sentirnos orgullosos de la eficiencia de nuestras instituciones, de la honestidad de nuestros gobernantes y del civismo de nuestros habitantes. Auque al paso que vamos, tal vez en el futuro ni siquiera el pais se llame Venezuela, sino quizás Benesuela, Cubazuela o Chabesuela.
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