13 junio 2009

Otro episodio de nuestra novela cotidiana: La Viveza Criolla

Una de las situaciones que mayor gracia (y a la vez repugnancia, en sensación mixta) me produce, se da cuando alguien repentinamente "pierde el glamour" (como se decia en los 80's) por algun motivo baladí. El tema adquiere visos de sordidez cuando ese motivo está relacionado con "Don Dinero", como lo llamó Quevedo.

Estuve recordando un hecho que ocurrió en el año 2000, cuando aún yo creía lo que hoy todavía algunos ilusos creen: Que la capital de Venezuela es una metrópoli que reune lo mas granado y refinado de la sociedad, y que se cultivan aqui las maneras y procederes sociales de mas elevada urbanidad y prosapia. Resulta que algunos amigos idearon una improvisada reunión en un restaurante de Las Mercedes, a la que acudiría tanto gente que conociamos como personas que nunca habíamos visto. Así pues, como turista o visitante me mentalicé para tratar de estar a la altura del supuestamente culto y urbano nivel de los presentes. Tácitamente el tono gastronómico iba decantándose por bebidas sencillas, así todos ordenamos liviandades como te frío, jugos, quizás algún café. Por eso me sorprendió sobremanera cuando uno de los asistentes; quizás el mas atildado en apariencia, se desperezó ligeramente y espetó : "Ay bueno, yo tengo hambre, voy a pedir una sopa de mariscos como entrada, y despues me traes un churrasquito de langosta, ¿vale?"

Obviamente, la gente está en su derecho de tener hambre (si lo sabré yo...); aunque de entrada ese "vale" me sonó a impostura, a deseos de parecer español sin serlo; yo me preguntaba si en mi recóndita ciudad de origen estábamos equivocados al burlarnos de quienes quieren aparentar lo que no son, ya que por lo visto en las "grandes ciudades" eso parapetos como que estaban de moda.

Dicho sea de paso, el despliegue curricular que tanto el bon vivant de marras como algunos otros asistentes se ocuparon de enrostrar, no fue congruente con el nivel de la conversación ni con los temas tratados; los cuales me parecieron bastante banales, corrientes e invertebrados; llenos de cotidianidades que a mi me resultaban ajenas, como la cola del cafetal o lo que había dicho Luis Chataing esa mañana en su programa radial.

El caso es que cuando llegó la cuenta (de estratosférica proporción, debido al costo de los antojitos marinos), el que te conté la agarró y lanzó algo así como "bueno, son cuatrocientos noventa mil, como somos diez, ponemos cincuenta mil cada uno y ahí se incluye la propina". Yo me quedé perplejo, ya que el té que yo había pedido creo que no pasaba de diez mil bolívares (bastante caro si consideramos que no era té sino Nestea). Y más perplejo me quedé cuando noté que todos, con aquella naturalidad y sin ningún dolor, empezaron a desembolsar sus respectivas cincuenta lucas. Y yo me preguntaba si sería signo de vergonzosa provincialidad el acotar que no era justo que todos pagásemos por la sopita y la langostica del antojado. Afortunadamente Pablo me sacó de mis cavilaciones cuando agarró la cuenta y dijo en clara y alta voz algo como "mira chamo, como tu fuiste el unico que comió, te corresponde pagar el monto de tu comida, que es de trescientos mil. El resto lo pagamos entre todos".

Por supuesto, el pseudo bon vivant levantó una ceja, ofendido, tomó la cuenta, la leyó y releyó... y luego, con gesto de hastío, puso algo más de lo que había aportado. Algunos pusimos lo justo. Los amigos que organizaron la reunión, avergonzados, completaron el monto.

Por lo visto, cosas como esa le pasan tambien a otras personas. Y ya teniendo 5 años viviendo en esta urbe, me doy cuenta que el verdadero provincialismo y falta de urbanidad proviene de quienes, escudados en retórica y maneras alambicadas, tratan de aprovecharse de los que ellos creen que son pendejos.

Una situación parecida a la que relato le ocurrió a Boris Izaguirre (me gustaría ver a alguien atreviéndose a decir que Boris Izaguirre es provinciano), y esa historia, que publiqué en mi otro blog, puede leerse aqui.

2 comentarios:

Sin Anestesia dijo...

Sal

El rancho no solo esta en el cerro sino en la cabeza del idiota.
Y al pobre Boris se le olvidó cómo es que funciona esta suciedad, perdón, sociedad, lo montaron en la olla como un pendejo.
Pendejos nosotros que nos creemos la mamá de tarzán, los más vivos, y lo que somos es una MIERDA, por eso el innombrable se va en el 2035.

(perdona el francés, pero es que se me olvidó cómo se dice en español)

Saludos!

Anónimo dijo...

Jajajaja... Pues mis felicitaciones a Pablo que no se dejo jod.. Yo, de los capitalinos tengo mis clasificaciones. Algunas botánicas, otras zoológicas. Otra que esta empezando a estructurarse tiene una vocación fungica...a medio camino entre lo animal y vegetal. Pero los tengo mas o menos precisaditos. La levantada de ceja es impelable, la lectura de la cuenta como quien descubre una sura o pergamino antiquísimo del Mar Muerto, tambien me la se. La de los tragos mas o menos populares para unos y los de los exquisitos experimentales porque son catadores sensuales pero la cuenta es democrática y socialista es un clásico de los cumpleaños. Eso no es perdida de glamour mi pana...eso es el antiguo arte del sablismo caraqueño, patrimonio cultural de la sucursal del cielo. Expertos en impostura, no acuñaron este Hai-Ku: "Yo? Muerto de hambre, pero perfumado" o la version "Primero muerto que bañado en sangre".
A tu salud amigo, y bajate de la mula para la vaca del proximo cumpleaños de la recepcionista de la oficina, vale? Jejejeje
(Walther.
Un anonimo con nombre, compadre...es que no se como subir el comentario con mi nombre al inicio...uuufff!!)